Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 619 prevalecer su Monarquía: que esta es la verdad de cuanto sabe, y le consta, y lo dice bajo del juramento que tiene hecho en que se afirmó y ratificó, dijo ser de edad de cuarenta y cuatro años poco más o menos, que no le comprenden las generales de la Ley, y no firmó porque d ijo no saber, lo hizo su Señoría de que doy fe.– Francisco Gonzales.- Ante mí. Juan de Valenzuela, Escribano Pú– blico de Cabildo Gobierno Intendencia, Real Hacienda y Juzgados. Al margen.- Otra.- Y luego presentó la parte por testigo a Lorenzo Yerba Indio natural, y vecino del pueblo de Capachica, y actual Alguacil; de quien su señoría por ante mí el Escribano re– cibió juramento por Dios Nuestro Señor, y una señal de Cruz según forma de derecho, bajo del cual, y en su idioma natural ofreció decir en lo que supiere, y fuere preguntado, y siéndolo al tenor del escrito que antecede que se le leyó, e hizo entender por mí el Es– cribano, dijo: que es cierto que el declarante en virtud de Orden que le dio su cacique don José Flores, se mantuvo a su lado aquel día viernes de marzo con motivo de acudir a la tropa del Rey que había llegado, bajo el Comando del doctor don José Antonio de los Ríos, en cuyo servicio estuvo el declarante obedeciendo sus órde– nes hasta tarde de la noche; que estando en estas circunstancias acordado entre todos los oficia les que saliere de voluntad del citado Flores, a-:ompañado de un soldado, lo que así ejecutó y le acompa– ñó el declarante por aquellas calles hasta llegar a su hogar nom– brado Santa Bárbara, en donde se hallaban otros soldados de la armada; los cuales le salieron al encuentro con mucha bizarría, y la detuvieron un buen rato, y allí observó el declarante que los unos, y los otros se acercaron y comunicaron de secreto sin saber el declarante lo que trataban: Que de allí aquellos soldados dijeron en alta voz pase la ronda mayor, y de este modo volvió Flores con el soldado, y el declarante hasta el Cuartel principal en donde lo dejó al soldado que lo acompañaba, y se fue a recogerse para su casa en compañía del declarante: que a cosa de los primeros gallos sintió el declarante una inmensa vocería por el contorno del pue– blo, y vio que el tal Flores se pasó a incorporar con el doctor Ríos, y demás soldados, y el declarante no hizo más que esconderse en la cocina hasta que aclarase el día: Que a cosa de las ocho, o más de la mañana, salió el declarante en busca de don José Flores, y lo en– contró en el Cuartel en compañía de todos los soldados, los cuales en vista de que los enemigos se hallaban más inmediatos con sus griterías y amenazas, estaban todos confusos acomodando sus equipajes, para retirarse a la laguna: Que allí el doctor Ríos le dijo

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