Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

630 MANUEL JESUS APARICIO VEGA Vuestra Señoría ha mandado que don Gregorio Gallegos me en– tregue los papeles que solicito, no sólo, no ha entregado, sino que ni dice dónde están, en qué poder, ni cuál sea su paradero, así sólo parece el haberle notificado, menos Ja contesta; a Jos pocos días que este hombre había tomado dichos papeles tuve noticia cómo aquellos sujetos cuyas firmas constaban en dichos se reían, y decían que jamás verían llegar los expresados documentos, yo sólo creí porque pensé haberme fiado de un hombre de honor, y más habiéndome engañado el Padre Cura Juan Calvo, diciéndo– me que privara de los papeles a don Gregorio Gallegos, para que con arreglo a ellos forme un escrito, y haga mi defensa, y como vi que se pasaron muchos días entreteniéndome con hoy, con ma– ñana, tuve a bien el que me los devolviera para buscar otro que me haga mi defensa, sólo pude conseguir a pesar de mis continuas reconvenciones e instancias, y sólo me contestaba que estaba en la secretaría ya que estaba en las Cajas, ya que en poder de don Fernando Pacheco, y por último me mandó deci r que lo había despachado a Lima porque dijo era comisionado por el Señor Vi– rrey para recoger esos papeles, en fin señor he venido a conocer que con capa de lástima habíanme quitado entre éste y el Padre Calvo, empero comunicados con mis émulos me ocultan unos do– cumentos que me servían de mucho para mi vindicación aquí doy a conocer a usted la mala fe con que han procedido estos hombres contra la razón, y justicia pues sólo han aspirado a desconceptuar– me en cuanto han podido en el serio J uzgado de usted quitándome los mejores comprobantes de mi defensa, sembrando así las más fatales cizañas, haciéndome cómplice en Jos más inauditos hechos, incitando la indignación de usted contra mi, infeliz indefenso, pero inocente, pues a cada instante, han estado molestando la atención de usted perdiéndole el respeto con mentiras, exponiendo de que yo estaba siempre seduciendo a los Indios ya con expresiones y ya por cartas y así otras sonceras de que se han valido para perderme, como si yo fuese el hombre más demente, o fanático, para pensar semejante delirio sólo ellos me han dado señor este nombre de seductor, que ni antes Jo fui cuánto más ahora, mis atenciones señor están en ver cómo mantener mis criaturas, y ver modos co– mo aliviar sus necesidades y las mías, y siempre me falta para llo– rar mi desdichada y cruel suerte y no como la maledicencia dice para pensar en semejantes absurdos y sonseras, mejor lo saben ellos, y les consta los servicios que tengo hechos al Rey toda mi vida, a quien he auxiliado y servido con todo amor, con mis bie– nes, y mi persona aun sirviendo de arriero hasta la Villa de Oruro

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx