Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
U. REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 637 Gobierno, y no lo ha verificado desde el veintitres del pasado en que se le notificó, hasta el presente. El que acusa sin ser parte, ni que le haya tocado por oficio, no hay duda que inmediatamente descubre la mala calidad de sus entrañas con la ejecución de tan notoria vecindad, y siendo esto así, por qué en don Gregorio Gallegos no se ha de recelar lo falso, tanto en sus hechos, como en sus dichos, cuando en él se reconoce lo indigno? Forzoso es sí, que el que sin motivo, ni fundamento sabe dar cuenta de las faltas ajenas, hable de su contrario, de sus amigos, de sus superiores, de sus inferiores, y de sus iguales; quién es pues don Gregorio Gallegos para preciarse tan ingenuo, que hable de sus contrarios sin odio; de sus amigos sin pasión; de sus superiores sin envidia, de sus inferiores, sin desprecio: y de sus iguales sin competencia? Además de que no porque él diga ser un vasallo de constante fidelidad al Soberano y como tal pretende perseguir a los que juzga no serlo, se le ha de prestar el mayor crédi– to; pues los oídos judiciales no son tan fáciles en las acusaciones, porque saben que las calumnias las alabamos propias y las men– tiras, bien ordenadas se equivocan con la verdad desnuda; y por lo mismo el acusador embustero se hace rídiculo, sospechoso, y de mala fe, digno de castigo, y perpetuo desprecio. El que hace una injuria inmediatamente convida a otras. Y siendo de dicho natural contradecir y rechazar al que provoca, no tendrá que extrañar don Gregorio Gallegos, que en correspon– dencia de la villana traición que me ha inferido, haga demostra– bles en parte de sus inicuos excesos, y comportamientos en el tiem– po dominante de los revolucionarios patriotas, ni usted dejará de formar diferente concepto del voluble carácter de este individuo. Ha hecho vituperio de sí mismo con decir falsamente que es de constante fidelidad al Soberano, cuando por el contrario es pú– blico, y notorio que estuvo de afabilísima sociedad de los rebeldes, complaciéndolos en cuanto podía, así en las secretas consultas, como en el pronto despacho de los pliegos convocatorios a los par– tidos, y provincias inmediatas, como que era secretario rentado del Ayuntamiento constitucional revolucionario, y enemigo de los que se oponían a las dete1minaciones de este ::uerpo. No podía negar que trabaja con dolo varios tratados contra las tropas del Rey, haciendo firmar con Jos del Ayuntamiento como en barbecho, sin saber Jo que firmaban, por los apurados pasos que fingía con el fin de que no comprendieran sus proyectos los que no eran de su entera satisfacción, pero consideraba importan– tes sus firmas, por tenerlos sujetos, y enlazados en la complicidad.
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