Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

638 MANUEL JESUS APARICIO VEGA Tampoco podrá negar que no se separó de ellos, hasta que su caudillo Pinelo perdió la última acción en el Alto de la Paz, con cuya noticia, no por amor del Rey, como supone, sino por temor del castigo, tomó por mejor partido apartarse de los insurgentes, y con esta mudanza, decía enmendados sus hierros, pero culpa tuvo. A vista de tan arriesgable procedimientos, cómo se atreve Gallegos con tan ostentosa satisfacción a buscar mis faltas, que– riendo por fuerza hacerme delincuente en superiores Juzgados?. No sabe que con semejantes diligencias, no siendo probables, des– cubre las suyas, y se acredita de vil?. No sabe que yo no he sido incurso en nada de cuanto el vulgo me sindica por la certeza con total ignorancia de Ja verdad?. No sabe que la opinión de Ja mu– chedumbre es a rgumento cierto de falsedad, pues los recios, y mal intencionados siempre son infinitos, y los de recta visión y cris– tianos sentimientos, se encuentran muy pocos?. El pensamiento de Gallegos en nada es interesante al servicio de Dios, ni del Rey. No para con Dios, porque no debe tomar la pluma para ensangrentar el papel con acusaciones falsas, sino muy justas. No para con el Rey, porque querer pelear con un impedido como yo desvalido, más requiere crueldad, que valentía, y muchos más si este asunto se llevará a la presencia del Soberano, cuya denuncia Real debe saber, es mayor que cuanto que particula1· delito. Yo señor, he padecido engaño; pues habiendo esperado toda mi defensa en don Gregorio Gallegos, he experimentado su ingra– ta correspondencia otra con doblez manifestando su vileza con ta– maña traición, pero no me causa novedad, pues es hombre, y co– mo tal está sujeto a los humanos errores, y gana tiene de ser siempre malo, y malquisto, con estar buscando ajenos defectos, por adquirir grosero aplauso del fiel vasallo con injuria de otros. Ambi– ciosa tiene su maldad, pues para malo aún no está contento con su propia malignidad. Habiéndome devuelto las otras dos esquelas todavía existen seis entre cartas, y oficios en poder del citado Ga– llegos, a quien aunque dice los ha remitido a Lima, no lo creo, por– que lo más cierto es que porque no lleva las firmas de los cau– dillos rebeldes, que son sus amigos, Jos tiene ocultos con el fin de franquearlos, sin duda por el interés de a lgún estipendio, o de te– nerlos más obligados, y reconocidos a su servicio. Por Jo que se ha de servir la integridad de usted mandar los exhiba, bajo de los apercibimientos de derecho, y en caso de que verdaderamente los remitió a Lima, lo exponga por separado escrito en este Juzgado, especificando juratoriamente el nombre de la persona a quien lo dirigió, por cuyo conducto, cuándo, y con qué designio para que

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx