Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 639 con este seguro, pueda yo ocurrir, por la vía y forma que mejor me convenga al Excelentísimo señor Virrey del Distrito, y median– te su superior providencia se me restituyan, o se descubra el dolo, y fraude con que se conduce este mi adverso. No puedo señor pasar en silencio una reflexión que me ha ocurrido y es que siendo usted el Juez nato, que con rectitud sigue juzgando mi caso, por qué razón, o motivo, no ha presentado en este Juzgado dichos papeles fiscalizándome con ellos, ya que Ga– llegos se ha declarado mi contrario. Acaso ignora que ningún Juez, puede interrumpir, ni alterar su conocimiento hasta su sentencia definitiva. Estas, y otras razones que omito referirlas, me conven– cen, que no ha hecho tal despacho, y que sólo es una jactancia vana, la voz que ha esparcido, por alucinarme a mí y ostentar entre sus oyentes, que tiene ciertos encargos privados por el Excelentísimo señor Virrey. Esta falasia proferida por sus labios, que la quiere negar por no ser ofensiva en cierto modo al decoro de usted, no me será difícil probarle siempre que convenga. Ultimamente señor, este hombre, y cuantos me han venido a ver de cuanto no es creíble, y de cuanta criminalidad puede inven– tar la malicia, y todo no se ha dirigido a otro fin que el de sorpren– der la Justicia y a que irritada se incline más a la condenación de mi causa, que el descubrir de la verdad, cuya infame proposición han imaginado bastante, por rendir a Juez, y a todo el mundo, a la conspiración de sus mal fundadas ganas, por tanto, y para dar a co– nocer el errado concepto en que me tienen los malcontentos. A usted pido, y suplico se sirva proveer, y determinar como en este escrito se contiene, pido Justicia con costas, jurando en for– ma no proceder de malicia, y para ello etc. Otrosí digo: Que no obstante la sumaria información practica– da ante usted que plenamente ha manifestado no tener yo la menor parte en la funesta tragedia ejecutada por los rebeldes en Capachi– ca, como también con más claridad se explican en sus oficios el caudillo Monroy, y Cansino, quienes siempre me había opuesto a sus depravadas ideas, declarándome siempre por adicto a la causa justa del Soberano, que siempre lo he sido, y para mayor abunda– miento y bajo la misma solemnidad de derecho presento un docu– mento de recibo que me dieron los señores Oficiales Reales de las Cajas de Oruro de treinta frascos de azogues que conduje de las de esta ciudad de Oruro del señor Gobernador Intendente antece– sor de usted don Manuel Químper con más cartas de este señor y tres de don José Cano, que todas ellas, según las satisfactorias ex– presiones de sus contextos, califican en todas sus partes la acriso-

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