Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 641 meraría emulación me ha inferido en el abominable delito de ha– llarme complicado en la insurrección pasada de estos lugares, y principalmente en el suceso inopinado en el pueblo de Capachica el día once de marzo de mil ochocientos quince, sobre cuyos parti– culares tenga más defensas hechas como calificativo de mi inocen– cia que consta de autos, y los informes que tiene recibidos el ante– cesor de usted los que acompaño en debida forma, con cuya ins– pección determinará la alta penetración de usted lo que fuere de justicia mirándome con la caridad, y humanidad que acostumbra y las desdichas y miserias a que me ha constituido mi dilatado arresto de un año y cinco meses, que estoy padeciendo, y sufrien– do la crueldad de algunos habitantes de esta ciudad, que me han maltratado de palabras, y obras, pero don Gregorio Gallegos es el que se ha distinguido en maltratarme, afligirme, y estropearme como que sin más autoridad que su genio díscolo, y aparentar va– lentía, me ha maltrado, y demolido a sablazos por todo un barrio con notable escándalo de los asistentes, que si la casualidad no permite que la señora esposa del antecesor de usted se hubiere hallado en esa calle, no hay duda que me quita la vida, pues tales eran los golpes, y la crueldad con que me daba, que tiró a matarme, por sólo haberle pedido mis papeles, que eran una carta, y oficios de los insurgentes escritas a mi, las que le di al principio de mi defensa confidencialmente para que con revisión de ellas me pa– trocinase y tomase mi defensa que, lejos de ello la traición de re– tenerlos y sustraerlos, por decir que con ellas había dado cuenta al Excelentísimo señor Virrey, cuando de las cartas, y oficios antes hacen a mi favor; de éstas he sufrido señor en este lugar donde no se ve la caridad por la razón, sino el odio y la venganza, llamaría la benigna atención de usted si refiriese la serie de trabajos, y per– secuciones que he padecido en el dilatado tiempo de mi cruel pri– sión, de modo que mi mismo padecimiento tan largo, ha hecho creer a muchos en que sin duda soy culpado, y por tanto me han arruinado me han aniquilado, me han expuesto a la última mise– ria, y puertas de la mendicidad, por verme un pobre infeliz falto de vista, e indefenso, sin más causa, ni comprobante que un capri– cho, y mala valuntad, sin tener éstos más pruebas que el haberme hallado de cacique en aquel pueblo puesto por las autoridades del Rey y se han figurado, y afirmado que precisamente sería yo el factor de tan fatal estrago, y así no ha podido abonar los compro– bantes necesarios al crimen que me han supuesto la vil emulación. Señor, he dado prueba del amor y fiqelidad al Soberano, como

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