Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 645 El Coronel Don Francisco de Paula González al señor Mariscal de Campo don Juan Ramírez. Después de haber batido el 26 del próximo mayo en las altu– ras de Paucarcolla a los insurgentes Monroy y Carreri, aún me mantuve hasta el 3 del presente en dicho pueblo; ya para sacar todo el fruto de la victoria, persiguiendo a los cabezas, como en efecto lo conseguí, habiendo prendido a Monroy, quien al verse acosado de mis partidas tomó el desesperado medio de matarse, a Carreri, Carrión y cinco caudillos más, los que han sido fusilados y puestas sus cabezas donde han perpetrado sus crímenes; ya para observar al sanguinario Muñecas que a mi derecha hacía grandes esfuerzos para conmover los partidos de Huancané y Larecaja; y ya para atender a los de Carabaya y Azángaro, que a mi frente e izquierda se alarmaban en masa, y corrompían los pueblos limí– trofes a ellos. El 2 se me unió la bella división de Arequipa al mando del digno sargento mayor don Pedro Murga; y hallándome en estado de dividir mis fuerzas, entré en la capital de Puno, y dejé 250 hom– bres para guarnecerla al mando del Teniente Coronel Don Tomás Negrón. El 5 levanté mi campo con dirección a este Azángaro a marchas forzadas, a fin de no dar idea al enemigo de m i aproxima· ción; en efecto lo conseguí y lo ataqué en un cerro nombrado Ya– raca a dos cuadras de la población, mandando por la derecha una guerrilla de infantería de Arequipa al mando del Teniente don José García del regimiento de Talavera, y otra de Tinta por el mismo punto al de su Comandante Martínez. La serenidad y valor con que cargaron estos intrépidos oficiales, a pesar de la multitud de piedras que les tiraban por una cuchilla, me dio tiempo para ata– carlos por retaguardia con parte de mi infantería habiendo deja– do a un costado del cerro al benemérito Murga con su caballería sostenida de alguna fusilería, y mandado por mi izquierda la de Chuquibamba, protegida con la compañía del capitán don Narci– so Chávez, división digna de la consideración de V.S. por su valor y por haber cumplido con la orden que le comuniqué de que no me hiciese prisioneros. El campo quedó cubierto de más de 250 cadáveres, y 180 prisioneros que han hecho, actualmente se están quintando. Por confesión verídica de éstos ascendió su grupo a más de tres mil hombres armados de palos, hondas y algunas bocas de fuego, de las que se han tomado tres. De nuestra parte no ha ha– bido más avería que cuatro o seis contusos de piedra que no ofre– cen cuidado. Faltaría a mi deber si no hiciese presente a V.S. el valor y ra-

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