Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 663 que a ellos mismos, como mestizos, les interesaba, sería Ja mortan– dad tan grande como se deja conocer. Pero habiendo sido invitado, el Regente Dn. Manuel Pardo pa– ra pasar a Arequipa en calidad de emisario de los traidores; el oi– dor Cernadas para consejero suyo, pues que lo había sido honora– rio de V.M. en el Supremo de Indias; y el fiscal Bedoya para Audi– tor General de puerta, ofreciéndonos premios y sueldos, y por tri– plicado todo lo que nos habían robado, lo que constantemente re– sistimos fue tal el encono que tomaron contra uno de nosotros, que dieron orden a Dn. Francisco Villacorta para que con armas y una pieza de artillería fuese a quitarnos la vida (f. 40v .) en el punto en que nos hallare, sin dar lugar a que nos confesásemos. De esta suerte, señor, hemos vivido milagrosamente ocho me– ses con el consuelo de no haber uno, que en tan largo tiempo hu– biese presentado queja contra nosotros, ni por conducta, ni por la más leve cosa que tuviesen que imputarnos, lo que nos sirvió de no pequeña satisfacción. Pues habiendo procedido nuestra perse– cución del implacable odio que los traidores habían concebido con– tra V.M. lo tenían igual al Real Tribunal y a sus Ministros, porque hallaban allí nuestra barrera inexpugnable a sus pérfidas ideas, y un celo y amor por la justa causa y por nuestro idolatrado sobe– rano, que les era demasiado claro y visible, pues primero entrega– ríamos nuestro cuello al cuchillo, que faltar en lo más mínimo a la fidelidad debida a V.M., ni a la recta imparcial administración de justicia. También lo demostraron estos inicuos aün con el material adorno de las salas del Despacho, paramentos, tinteros, libros, pa– peles del archivo secreto, y cuanto servía para funciones y asisten– cias de tabla, pues todo lo destrozaron y deshicieron, sin dejar cosa de alguna importancia útil y servible, destinando hasta las tablas a u sos inmundos y bajos. Nada se reservó de su aversión e ira, pues presentándose a su memoria nuestras operaciones de haber toma– do el fusil, hacer rondas y cuanto ocurrió útil al mejor servicio de V.M. en los días inmediatos al 5 de noviembre del año pasado de 1814 en que hubo aquí pequeña revolución (lo que ejecutamos tan sólo los tt·es ya nombrados, porque el oidor Vidaurre no quiso con– .::urrir a ello), y merecimos que el virrey del Reino nos diese las más expresivas gracias; se decidieron a quitarnos la vida del modo antes explicado. Pero (f.41) llegaron al cabo las Reales armas de V.M. a l mando del General Dn. Juan Ramírez, y no componiéndose sino de 1300 bayonetas y 6 cañones de a 4, arrollaron y destruyeron en los campos de Umachiri a más de 30 hombres entre indios y mestizos; redimieron a esta ciudad de la infame opresión, y del rigoroso

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