Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

688 MANUEL JESUS APARICIO VEGA que hemos quedado escarmentados; e inermes de todo, y que cual– quiera esfuerzo, que intentemos hacer es efecto de la desespera– ción. Póngase V. E. en el caso de que no paramos hasta Buenos Aires, y que el enemigo pasa hasta adelante de Córdoba, aunque no tan pronto, al menos antes que apuren las aguas y cuál será la suerte de la Patria en esta situación, pudiendo ya el enemigo comunicarse con Montevideo, que debe recibir dos mil hombres de auxilio de la Península. V. E. crea que si perdemos el Perú ya no vuelven a revolucionarse los pueblos. Aquí jamás ha habido un verdadero patriotismo, sino mucha ambición, y deseo de mejorar de fortuna: la experiencia le ha hecho ver que en tres años de revolución, y retrocediendo nosotros, perderán ya toda esperanza, y cada uno trataría solamente de reconciliarse del modo que pue– da con el Gobierno enemigo. No se diga que esto es discurrir me– lancólicamente, y que en todo caso se podría reunir alguna tropa de la dispersa en Jujuy, porque no debemos olvidar el estrago que nos causarían las Tercianas, que no tenemos dinero alguno, ni de dónde sacarlo, que de consiguiente no habría cómo vestir la tropa, ni cómo proporcionarles subsistencia, ni cómo contentarla, y si queríamos exigir estos recursos del vecindario, que en gran parte se ve ya arruinado, y con quebrantos considerables en sus bienes, sería poner los Pueblos en tal desesperación, que se decla– rasen en contra nuestra. Con Córdoba no hay que contar en tales apuros porque es pueblo enemigo, y sería el primero que nos de– clarase la guerra. Pero pongámonos en el caso de que V. E. se repliegue a esta Villa, y reuna en ella toda su fuerza, nada tendre– mos que temer, pues el enemigo no podrá atacarnos, y los Pueblos se mantendrán con nosotros como hasta aquí. Contaremos con los recursos de que ella sola es capaz, podremos reorganizar nues– tro ejército: componer el armamento, construir municiones, man– tener vestida la tropa, reunir los dispersos por todas partes para cuyo efecto se podrán desde aquí tomar providencias efectivas, que no serán practicables desde el punto que ocupa V. E. conser– varemos todos los Pueblos y útiles de guerra que existen aquí y los víveres que se hallan en Chichas y adelante y los oficiales están enfermos. Chuquisaca, Cochabamba, Santa Cruz, Chayanta. y todas las demás Provincias subalternas que se han declarado en favor nuestro, permanecerán, sin que el enemigo lo pueda evi– tar; pues si cuando tenía una fuerza triplicada a la presente no podía hostilizarlos, mucho menos podrá en la actual situación. Nosotros en demorar la segunda acción le llevamos doble ventaja, y cada día nos hacemos superiores a él, porque contamos con

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