Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

L\ REVOLUCION DEL CUSCO DE 1314 707 por éstos todos los caudales a beneficio del Rey del Cusco, quien les daría libertad, lo que proferido por el confesante le encargó al mis– mo Trillo guardase silencio en el particular, no siendo creible que éste le fulminase semejantes especies a un sujeto que no tenía mé– rito para ello, por ser la primera vez que lo veía y trataba, por Jo que se le apercibe a que diga la verdad, sin faltar por más tiempo al sagrado juramento que ha prestado, dijo: Que es falso en to– das sus partes el cargo que se le hace, pues el confesante ni parló con Pablo Trillo, más lo que llevó dicho en las anteriores pregun– tas; y que por lo tanto, no ha faltado en nada al juramento que ha prestado; y responde. Preguntado si estuvo el confesante en el Pueblo de Paucar– bamba en qué mes, cuántos días residió en él, con quién tuvo amis– tad, qué conversaciones tuvo con sus vecinos, y qué lances le ocu– rrieron en él, dijo: Que por el mes de enero del presente año estu– vo en el pueblo de Paucarbamba, sin poder designar, los días que estuvo en él, porque pasaba al pueblo de Chichihuasi en donde se estaba dos o tres días, y de allí regresaba a Paucarbamba, duran– do esta estación el tiempo de un mes, poco más o menos: Que se apeaba en casa del Licenciado don Simón de la Torre, a donde con– curría el Capitán don Angel Yanse, un Sargento apellidado Jueros, y otros varios mozos a quienes no conoció por sus nombres, no habiéndose estrechado con ninguno a excepción de un don Sebas· tián cuyo apellido ignora, que Je dijo ser sobrino de un cura que fue de aquella Doctrina: Que las únicas conversaciones que tuvo con aquellos vecinos, fue contestarles cómo dejaba Lima, y en qué estado se hallaba el Conde de la Vega: Que durante su residencia en el referido pueblo de Paucartambo, los únicos lances que le ocurrieron fueron con el Sargento Jueros, y otro mozo que ignora su nombre, con quienes se puso a jugar al dado, y habiéndoles ga– nado les suplió unos pesos, Jo que habiendo pasado unos días, y no pagándoselos, los amenazó con una pistola que tenía, con el fin de al verse amedrentados le daban dichos pesos, lo que no logró y se quedó en esa ciudad: Que también tuvo sus voces con la sue– gra de Jueros, sin que hubiese pasado adelante, y que con ningu• na otra persona, tuvo lo menor, y responde. Preguntado, cómo dice que no tuvo ninguna otra persona del referido pueblo de Paucarbamba, disgusto alguno cuando ele los autos consta, que una noche fue el confesante a desflorar a una hija de don Basilio Rivera, el que Jo pilló en aquel acto y el que confiesa Je dio unos piquetes en la mano a dicho Rivera con una navaja, diciéndole que presto dominaría viniendo con las tropas

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx