Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 711 Tercera.-Digan: Si es verdad que en Ja noche de la revolución fui nombrado Oficial de Guardia por el Comandante electo, y que con mis máximas y arbitrios logré desarmar a Jos reclutas revolucio– narios, y dándoles al día siguiente dos pesos a cada uno, con con venio del señor Intendente Quimper, Jos despedí del Cuartel, rece· loso de que diesen otro asalto por su crecido número. Cuarta.- Digan: Si cuando entró a esta Ciudad el Insurgente Pinelo, y se propuso llevarme en su compañía ,para adelante, me negué a su intento, y porque estar enfermo por escapar de la fuer– za y precisión que me ponía. Quinta.- Digan: Si es notorio que no quise obedecer sus ór– denes, oficios y amenazas con que procuraba obligarme, a seguir su sistema y compañías; y que a pesar de mi pública resistencia, dio orden al Gobierno para que me condujesen a su campo en bue– na guardia y custodia, si no Je obedecía. Sexta.- Digan: Si saben y les consta que cuando PineJo entró en La Paz, fui el único que me dediqué a contener los robos, y evi– tar saqueos y muertes; y que el día de la explosión, estuve en ca– ma enfermo, y con una sangría reciente que me impedía caminar, y así me levanté a sosegar Jos excesos que estaban cometiendo las tropas y plebe y que no siendo suficiente mi empeño, por el que caí desmayado en Ja Plaza, en fuerza de la abundancia de sangre, que derramé de la cisura, tuve por conveniente salirme de la ciu– dad con el auxilio de un caballo que me prestó el señor Tesorero de aquellas cajas y un lomillo que me dio don Buenaventura Sar– dón, pues los cholos me robaron en ese acto todo cuanto tuve, de– jándome escapar sólo con la vida. Séptima.- Digan: Si saben que para desprenderme de Pinelo, escribí a mis padres, que me hiciesen propio llamándome a pre– texto de que se hallaban gravemente enfermos, por cuya ficción conseguí retirarme y que aunque después volví segunda vez al Des– aguadero, fue por persuadir a Pinelo, en que batiésemos a Vicente Angulo, cuando tuvieron entre ellos sus desaveniencias, moviéndo– me a este paso por aprovechar Ja ocasión de ver si lograba resti– tuir el orden legítimo al Cusco. Ultimamente, digan: Si después de venirme de La Paz por la enfermedad citada de mis padres, he vuelto a agregarme al servicio

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