Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

728 MANUEL JESüS APARICIO VEGA na manera procediera yo sin el preciso parecer de V. E. en se– mejante materia, y así le ruego que me comunique cuanto se deba practicar, para que sin estrépito y con el correspondiente secreto se ejecute lo más conveniente al servicio de ambas Majestades, y a la tranquilidad de aquellos desgraciados habitantes.- Dios guar– de a V. E. muchos años. Lima, Junio siete de mil ochocientos quin– ce.-E/ Marqués de la Concordia.- Excmo. señor Arzobispo de esta Santa Iglesia. RESERVADO. - Excmo. Señor: He leído con la meditación que permite la estrechez del tiempo la consulta que hace a V. E. en este correo el señor General don Juan Ramírez, sobre la con– ducta que deberá observar con el Iltmo. señor Obispo del Cuzco, al que considera implicado en la revolución que acaba de apaci– guar en aquella provincia, según resulta del oficio de José An· gulo a dicho Prelado que se acompaña en copia; asegurándose por el expresado señor Ramírez que todo su contexto es de fácil com– probación además de ser notorio, y para que pueda V. E. contes– tarla en el presente correo, expondré concisamente mi dictamen reservado, según me lo anuncia V. E. en su oficio de hoy día. Debemos suponer del contexto de dicho oficio de Angulo, que requerido el señor Obispo al juramento de su clero en favor del sistema :·evolucionario, le contestó que una persona timorata con– sideraba que de hacerlo se seguía una infracción de la inmunidad eclesiastica, y que la cosa pedía tratarse en una junta de teólogos; la cual excusa dio mérito a que Angulo le formase la réplica que consta de la copia certificada, en la que se procura argüir al Pre– lado de inconsecuente, pues se detiene en hacer jurar al clero acer– ca de una causa que tiene repetidas veces calificada de justa, en favor de la cual ha sacrificado hasta el caudal de la iglesia, y por la que ha estado pronto a penar a los eclsiásticos que no la han seguido, y de la que no trepidó en decir que a ella había concu– .rrido Dios no sólo con su dedo poderoso, sino con toda su mano santísima. Este es en compendio el delito de aquel Prelado, que lo su– pongo cierto por asegurarlo así el señor General Ramírez, y por otros indicios que de antemano se tenían en la materia. Por los conocimientos que tuve de la profunda ciencia, cons– tante virtud, e inocente vida de aquel Prelado, no encuentro antece– dentes en él que hagan sospechar la menor adhesión al desorden de una revolución. En la misma explosión del tres de agosto, en que reducidas a un calabozo las autoridades, y próximas a sufrir

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