Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

730 MANUEL JESUS APARICIO VEGA rar de ellas su Real ánimo, estoy persuadido a que no les es per– mitida otra cosa que tomar informes reservados de personas sen– satas, fidedignas, y que se hallen instruidas de los sucesos, sin for– mar proceso que tenga figura de juicio, y mucho menos citar y emplazar al señor Obispo en el asunto, porque el Santo Concilio de Trento tiene reservada esta facultad a sólo el Romano Pontífice, aun cuando los delitos de un Obispo sean cometidos contra ambas Majestades. Esto no quita que si V. E. en vista de los informes que toma– re, considerase que su permanencia en el gobierno y su residencia en aquella capital han de ser perjudiciales a la buena causa, puede desde luego encomendar con acuerdo del mismo señor Obispo, y en su renuncia con el del Metropolitano, a otro eclesiástico de su sa– tisfacción en el régimen de aquella iglesia, por no recaer en este caso el Gobierno en el Cabildo, previniendo a dicho Prelado se retire a esperar las órdenes de su Majestad a lugar que V.E. le designare, con respecto a su avanzada edad que le imposibilita a viajar a largas distancias; bien que estoy persuadido a que su per· manencia en el Cuzco jamás sería perjuidicial aun al mismo nuevo gobernador, porque su debilidad, extinguida ya la revolución, no tendría agente que le obligase a un desvío. Y es todo lo que puedo exponer a V. E. en compendio por la premura del tiempo. - Dios guarde a V. E. muchos años. Lima, y junio siete de mil ochocien– tos quince.- Bartolomé. Arzobispo de Lima.- Excmo. señor Virrey de estos Reinos. RESERVADO. - Excmo. Señor: Por el oficio que V.E. me ha pasado con fecha de ayer en contestación al mío de id., quedo en– terado de la prudencia y método con que se debe procurar inda– gar la conducta del señor Obispo del Cuzco en la revolución fe– lizmente apagada de aquella provincia; pero el estado de decre– pitud en que se halla, según V.E. me lo pinta, le imposibilita de gobernar por sí mismo, especialmente en los actuales delicados tiempos, y aun de nombrar un coadjutor o gobernador del Obis– pado; por lo que me ha ocurrido escribir al señor Presidente in– terino de aquella Audiencia, para que de mi parte le proponga que voluntariamente se separe del mando, subrogando en su lugar con todas las facultades necesarias al Dr. D. Sebastián de la Paliza, Rector de aquel Colegio de San Bernardo, eclesiástico de probidad y literatura de quien tengo las mejores noticias; y en caso de no

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