Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

732 MANUEL JESUS APARICIO VECA que fuese necesario el gobierno interino del Dr. Paliza. - Dios guarde a V. E. muchos años. Lima, ocho de Junio de mil ocho– cientos quince.- Bartolomé, Arzobispo de Lima.- Excmo. Señor Virrey de estos Reinos. RESERVADO. - Excmo. Señor: Mi grande amigo: Incluyo la contestación del señor Obispo del Cuzco sobre el asunto con– sabido, para que V.E. ritma, me diga lo que haya que hacer: está puesta con capciosidad y las noticias anteriores confirman.– Queda de V. E. ritma. su más afectuoso amigo y seguro servidor. Q.B.S.M. El Marqués de la Concordia.- Excmo. e ritmo. se– ñor Arzobispo. Excmo. Señor: He recibido con el mayor aprecio el oficio de V. E. de diez del corriente por mano del señor Presidente de esta Real Audiencia, con que se sirve V. E. significarme que para re– ducir a su debido tono los asuntos civiles y eclesiásticos de esta diócesis, por el trastorno que han padecido en la pasada revolu– ción, se necesitan en el que la gobierne una robusta salud y ener– gía nada comunes; y que estando yo por mis enfermedades y edad avanzada me aplicaría (sic) a cumplir mi ministerio, le parece a V. E. conveniente el que otro tome las riendas del gobierno. Antes de contestar al asunto rindo a V.E. las más humildes y reveren– tes gracias porque se compadece de mi quebrantada salud y avan– zada edad, sentimiento digno de elogio y propio del que nos repre– senta en estas distancias a un Rey lleno de bondad, humanidad y cristiandad. Es innegable señor Excmo. que me hallo en una edad pro– longada y rodeada de los síntomas comunes que suelen acompa– ñarla, y me admiro que Dios que provee a su Iglesia de Obispos que la rijan mantenga a un indigno ministro como yo en esta iglesia hasta esta edad, y reconozco como especial providencia suya el que a pesar de las deficiencias de mi cuerpo conserve la razón sana, y en tan calamitosos tiempos sin duda que esta misericordia será para que esté a la vela de mis operaciones y de mi amada grey. El trastorno que ésta ha padecido en lo eclesiástico no es tan– to como quizá han informado a V. E. con exageración, y que haya

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