Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUC!ON DEL CUZCO DE 1814 61 sin embargo de haberse adherido a la solicitud el Teniente Asesor del Gobierno Dn. Pedro López de Segovia en el dictamen que úni– camente se le pidió por el Jefe aconsejado de sus asesores secre– tos, quienes igualmente lo indujeron a mandar publicar por ban– do al siguiente día la instrucción o reglamento relativo a la forma– ción de Ayuntamientos, que sólo desde entonces se traslucían las x;.oticias de la celebridad distribuidas· por el Cabildo a distintas corporaciones para que manifestasen su júbilo en los días de la publicación. Uno de estos cuerpos grabados el de los abogados confundiéndolos y mezclándolos con los heladeros y caleros ofi– cios que obtienen acaso los más abyectos de Ja plebe, según lo acredita el número segundo premeditándose esta determinación y mezcla por el sentimiento concebido contra estos profesores del Foro por concep tuarlos autores de aquel escrito hasta denominar– lo escrito de los Abogados. No obstnate que unos pocos lo suscri– bieron, y de que muchos de los ciudadanos a cuyo nombre se in– trodujo, y lo firmaron no tenían esta investidura. Se hizo notoria entre otras disposiciones de Cabildo la extracción de más de dos mil pesos de los únicos cuafro mil que se hallaban reservados para el transporte del Diputado de la ciudad a las soberanas Cortes, con el pretexto de dar dos noches de baile y refresco al público, dis– posición que a primera vista manifestó la perjudicial dilapidación de un dinero tan sagrado, de que dió mérito a algunos verdaderos patriotas, por si la impedían, a presentar ante el mismo Gobierno el escrito del número tres, fundado en las justas consideraciones que en él notará V.A. Serenísima, a pesar de las que no obtuvo pro– videncia alguna, antes sí se franqueó prontamente la cantidad acre– ditada por el documento número cuatro que pidieron los intrusos que se encargaron de su. inversión por. el lucro maquinado en que criminalmente saciaron sus designios ambiciosos, creciendo más y más la maldiciente calumnia que estos suscitaron en oprobio de los letrados que suscribieron este segundo recurso, y permanecie– ron firmes a los miedos, amenazas y promesas con que consiguie– ron vuestros Oidor Vidaurre y el Escribano de Gobierno Don Agus– tín Becerra (Director y encargado de los refrescos) retractar de sus firmas a los abogados Doctor Don Antonio Rodríguez, Licen– ciado Don Norberto Torres, sujetos débiles de poco carácter, igno– rantes y aun de los primeros rudimentos de la Jlirisprudencia e indignos, por consiguiente, de tan gloriosa profesión, alegando su propia ignorancia en lo que habían suscrito y moral violencia in– ferida por el Abogado Doctor Don Rafael Ramírez de Arellano, quien inflamado de un recomendable celo por la observancia de

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