Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 63 ... '·~ .... sido de las principales autoridades a precio de sus serviles y cos– tosas adulaciones, se arrostraron con su última petición del núme– ro cinco, instando se les franqueasen los testimonios. ¿Y cuál fue serenísimo señor el efecto de tan justa pretensión? Un desbarro escandaloso sin dirección de letrado que fuese responsable como el dar vista a vuestro Fiscal Don Bartolomé Bedoya, y desde aquí principia la causa más negra y escandalosa a la faz del Orbe con– tra aquéllos, y especialmente en odio del abogado Don Manuel Borja, y el predicho Arellano, por juzgarlos principales agentes del negocio. El Tribunal de la Real Audiencia despide una que otra centella de su descubrimiento, multa al Teniente Asesor Sego– via en cien pesos, después de resolver que el Escribano Becerra no actúe con él en los asuntos que le ocurran de justicia, el Abo– gado Don José Toribio de la Torre grava con el pago de unos derechos indebidos y a Don Pedro Miguel de Urbina, Defensor de Menores le hace igual agravio por condescender con el Relator. El · Oidor Vidaurre vierte expresiones injuriosas en público y secreto, anunciando la lastimosa catástrofe que se había de experimentar antes de las elecciones parroquiales; insulta públicamente al Abo– gado Don Francisco Paula Sotomayor, desde una cuadra de dis– tancia porque presume haberle faltado maliciosamente a la polí– tica de genuflexión y sombrero y al Doctor Don Juan Corvacho, lo separa de la Defensoría de Bienes de Difuntos sin causa, despre– ciando su título e imperturbable posesión a la que le restituye por acontecimientos que no le hacen ¡¡ire. El indicado Fiscal Bedoya uniforme con el manejo de sus compañeros, pone trabas a la re– cepción de un joven practicante que a la sazón pretendía el honor de la abogacía y prostituye sus labios contra todos sus pro– fesores, dándoles el renombre de díscolos, atolondrados y liberti– nos. Sólo vuestro Oidor Goyeneche que sabe expiar su conciencia, posee los verdaderos sentimientos de humanidad y verdad, detes– tando de su corazón la opresión y la injusticia, se mantiene ileso de las intrigas que a pesar de sus esforzadas afrontaciones no las puede remediar. Vuestro Fiscal con el plan meditado fue de dicta– men que se oyese primero al que era Síndico Procurador, el Regi– dor don Vicente Peralta. Este jovencito, sin educación ni luces, y absolutamente escaso de conocimientos para el desempeño de su empleo transportado con la pérdida de su regiduría perpetua que era el ante mural y escudo de sus deslices, mendiga luces de los mismos, que se interesaban en la ruina de los causados, suscribe su informe del que se sigue una sumaria v1c1osa para cuya orga– nización reprochan al Teniente Asesor propietario, subrogándole

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