Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 65 do no sólo la inculpabilidad de los falsos acusados si también las clandestinas maquinaciones que se cometieron para disfrazar la injusticia con que se les oprimió. Allí contesta el Jefe estar proce- · sados' criminalmente por delitos contra Dios, contra la Religión, contra el Rey y la Patria. Le responden que la seducción que pade– cen le hacen creer semejantes absurdos, agregándose que habían sido presos, sin el auto motivado y detenidos por más de treinta horas, sin habérseles tomado sus confesiones ni franqueado el me– nor alivio con infracción de los artículos de la Constitución. Allí los hijos del Escribano Becerra Doctor Don Juan y Don Mariano, dando a entender que el Regente había dirigido la causa le sugie– ren, le manden llamar para resolver acerca de la libertad que pe– día el pueblo, el que escuchando con desagrado esta propuesta, pide enardecido que salga¡:i. los Becerra como cómplices del arte– facto criminal, resonando siempre la voz de la libertad. El Asesor Segovia que desde el principio es garante de la paz, se interesa por estos eclesiásticos, ·y posesiona al Párroco Doctor Don Juan en el asiento que ya desamparaba, recomendando la dignidad del Sacerdocio y respeto que se debía a su ministerio. Allí el Abogado Esquinigo se esfuerza a referir la naturaleza de la causa, y es in– terrumpido por muchos que le dan en rostro con su ignorancia, con su condescenden<;ia y delincuente colusión, exclamando al mis– mo tiempo su expulsión, quien co¡:¡fiesa por separado a presencia de algunos individuos que el Regente Pardo dictaba las providen– cias, las escribía el Oidor Vidaurre en borrador y él no hacía otra cosa que trascribirlas á los autos y firmarlas después de juramen– tado. Allí nota la Junta a un capitán que por descuido o ignorancia traía ceñido el sable y le ordenan vaya a dejarlo, pues todos no tenían otra arma que la de la Constitución, llegando a tal grado su adhesión y ahínco que aun la plebe ignorante llevaba sus fragmen– tos escritos por estar escasos ·los ejemplares y no tener proporción para conseguirlos. Allí en suma conseguida la orden de la libertad reina el silencio imperturbable hasta las nueve de la noche en que se· concluyen las elecciones sin haber merecido un solo voto los magistrados Pardo y Vidaurre, y sólo dos o tres vuestro Fiscal, se– gún se advirtió en la publicación de los sufragios y electores hecha al pueblo el que demuestra los transportes del júbilo más ascen– drado con vivas y aclamaciones que se repiten hasta poner al Jefe en su casa. Al mismo tiempo que veían en la Junta estas cosas prodigiosas sucedían en el cuartel otras no menos portentosas, como son la resistencia de los dos reos a salir de sus calabozos aunque les franqueaban la libertad, mientras que no la viesen de- .,

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