Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

66 MANUEL JESUS APARICIO VEGA terminada por el Gobierno, suplicando no forzasen las ventanas; no se hace novedad alguna en el cuartel ni se comete la menor violen– cia sin embargo de hallarse en poder del pueblo, y no tener resis– tencia sino es la de un·soldado que amaga con la culata de un fusil, y contiene el torrente de la gente: Restituyen una hebilla de oro a un comerciante que en el tropel la pierde: No ofenden ni verbal– mente al más despreciable tambor, ni substraen la más ridícula piedra de fusil. Desprecian altamente las súplicas de otros que les claman los liberten de sus prisiones, contestándoles vosotros sois delincuentes, y por quienes venimos son inocentes; conducen fi. nalmente a éstos en virtud de la orden y cuantos se hallan agol– pados en las plazas, balcones y calles intermedias, demuestran en sus acciones, y en la alegría de sus semblantes el regocijo de ver· los libres, quienes hasta el día instan por muchos escritos la sus– tanciación y conclusión de su causa, sin conseguir otro proveído que la ninguna respuesta de Gobierno y la ocultación del expedien– te que antes se giraba con coartación de horas, dando ocasión con este silencio inesperado a que dirigiese su queja el Doctor Arella– no a este Ayuntamiento, como uno de sus individuos, presentan– do el escrito del N~ 7, en cuya virtud y del de su decreto, se pasó a vuestro Presidente el oficio del N~ 8. Asombran hechos tan orde· nados de un pueblo resentido por las antecedentes vejaciones, que no teniendo cabeza, jefe ni conductor que le dirigiese en aquéllos no atentase a los que concebían autores de la inquietud. Que tanto detestaba confirmando al mismo paso con la buena fe de sus ope– raciones, su amor acrisolado al Soberano, su inexplicable apoyo y confianza en la Constitución y respeto profundo a las autorida– des en que continúa dando lecciones de fidelidad, lealtad y patrio– tismo, a las demás ciudades que hasta aquí la han respetado como el brazo más esforzado que mantiene a expensas de la sangre de sus hijos, y sacrificio de sus intereses, la dominación española con– tra los ataques subversivos de los espíritus amantes de la inquie– tud que han intentado romper los vínculos más sagrados del va– sallaje. La inalterable tranquilidad del Cusco, la conservará su propia aflicción y el Omnipotente que visiblemente se empeñó en hacerlo cristiano le protegerá a medida de sus santas intenciones, las .que no han perdido de vista en la instalación de su nuevo Ayuntamiento que lo componemos los sujetos numerados en el Acta N• 9, que encargados de la confianza pública y reconocido al honor y aprobación general que nos ha dispensado, no excusa– remos ningún trabajo ni fatiga que sea conducente a su prospe· ridad, la que será cierta, y efectiva con el auxilio de V.A. a quien

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