Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 J 81 ció decir verdad de lo que supiere y fuere preguntado, y siéndolo al tenor del escrito 'de fojas dos dijo: Que por especie de curiosi– dad asomó en compañía del Padre Maestro Fray Juan de Dios Salcedo y otros religiosos al primer arco alto del claustro princi– pal de su Convento donde se hallaban congregados todos los ciu– dadanos del primer rango y demás que componen la Parroquia de la Catedral, y que constituido en el dicho lugar después ya . de hecha pacíficamente la elección de los escrutadores y Secretario, oyó una voz que se propagó brevemente hasta haberse hecho voz de todo el pueblo congregado que decía que no se podía proceder a las elecciones de los electores a que habían sido convocados mien- • tras no salían de la prisión los dos ciudadanos doctores Don Rafael Ramírez de Arellano y Don Manuel Borja, abogados de esta Real Audiencia, que el día antes habían sido hechos presos y puestos en calabozos como reos de estado, sin que para ello se les hubiese formado sumaria, ni hecho saber como previenen las sabias y santas constituciones nacionales, y que en razón de esto debían ser sacadós de la prisión en que estaban, y ser presentados en aque– lla Junta que quería y deseaba saber la causa de tan ruidosa pri– si<Sn. Que esto <!xpresaban todos los del pueblo unos en unos términos, y otros en otros, pero todos citando los artículos de las mismas constituciones en voces altas, pero reverentes sin faltar en nada al respeto del señor Presidente ni de otro alguno, de los que se hallaban presentes, y como las voces eran de una multi– tud de ciudadanos de todas clases, la mayor parte de los que se llaman de la plebe, hacían un ruido bastantemente desenronado, que casi no se entendían, y en esta ocurrencia el señor Don Pe<;lro López de Segovia, Asesor General del Gobierno con voz levantada les decía: Que ya se había comprendido lo que pedían, 'yi pedía silencio para que oyesen porque su Señoría muy ilustre el señor · Presidente decía, y callando oyó su Paternidad Reverenda el de– clarante que su Señoría dijo que aquellos dos doctores estaban presos, y eran reos que merecían horca por delitos cometidos con– tra la fe, el rey y la patria; que oído esto volvió el pueblo a le– vantar el grito diciendo que por lo mismo debían comparecer allí y ser oídos con arreglo a las mismas constituciones, con protestas que hacían de que siendo verdaderamente delincuentes concurrí~ rían todos a su castigo, y aun los quemarían si fuesen re0s ·con– tra la fe, y hubiesen delinquido contra el Soberano y la Patria; de que sabían todos que en más de trefota horas que estaban presos, no se les había hecho saber semejantes delitos, ni oídoseles, las cuales protestas las hacían en voces altas que formaban un eco

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