Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
LA REVOLUCION DEL CUSCO DE 1814 5 176 EL CABILDO DEL CUSCO QUEJASE ANTE EL VIRREY POR NO HABER ACEPTADO A UNO DE LOS TRES DE SUS PROPUESTOS PARA OBISPO AUXILIAR (AL MARGEN) El Cabildo Eclesiástico del Cusco expone a V.M. la injuria que se le ha inferido pospuesto él, con la designación de uno de tres curas para el Gobierno Eclesiástico, precisando para ello al Obispo Diocesano. (TEXTO) Sefior: el Cabildo Eclesiástico del Cusco, que siem– pre se ha señalado en la fidelidad, y homenajes de su amor a V.M. hace presente con su mas profundo rendimiento hallarse vulnera· do en lo más vivo de sus leales sentimientos con la ocurrencia de que ¡>recisado su Prelado Diocesano por el Virrey de Lima a nom– brar por Gobernador Eclesiástico con el pretexto de su avanzada edad, a uno de tres curas que le designó, pospuesto todo el Cabil· do de esta Iglesia, le ha sido injuriado al resultado de la reciente pacificación de su Distrito, y después de la ominosa revolución de estas Provincias siendo ésta la que acrisoló la lealtad, y caridad del Prelado, y su Cabildo, tanto por el esmero con que todos ellos con– tribuyeron a libertar las vidas de los Magistrados, y vecinos leales, cuanto por los medios que adoptaron para amainar el movimiento y encono de los Rebeldes, sufragando aquél copiosas limosnas en las familias, y mujeres de los prisioneros, y cuando los arbitrarios de censuras y entredicho que al principio se propuso fulminar el Prelado, se preveyeron de más funestas consiguientes por el despe· cho y sangrienta obstinación de los Revolucionarios, amenazando una total ruina aun contra los Ministros de la Iglesia, que podían ser los únicos mediadores, como en efecto lo fueron proporcionan· do los consejos que la sagacidad pudo sugerir en aquella estrechez para atemperar la fuerza, aunque el modelo de su prudencia no pu· do precaver el que uno u otro Eclesiástico se propasase en su abuso al abrigo de la Sedición. Siendo estos datos tan notorios que no pudieron ocultarse al Virrey, no esperaba el Cabildo el éxito de su inopinada providen– cia que lo precisa representarla a la piadosa atención de V.M. Lo primero por la necesidad que se le intima al Prelado para la dimi-
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