Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

194 MANUEL JESUS APARICIO VEGA Reverendo Obispo, del Cabildo Eclesiástico, del Gobernador Ecle– siástico nombrado, y del general del ejército pacificador. El Virrey en la suya de 24 de Octubre ele 1815 da cuenta de que la conducta que observó el Obispo del Cuzco en el tiempo de la rebelión de aquella provincia dio mérito a que el General del Ejér– cito encargado de pacificarla, le hiciese presente las razones que exigían la separación de dicho prelado según se veía por la copia de su oficio que acompaña con el N? l?. En el que se hace cargo de Jos servicios que había prestado a los jefes revolucionarios, sacrificando en su obsequio Jos caudales de la Iglesia, y animan– do a la continuación de su infame proyecto con reprensibles en– comios y exhortaciones, que Ja delicadeza de este asunto le obligó a proceder de acuerdo con el M. Reverendo Arzobispo de aquella capital, que como metropolitano, e instruido del carácter y cir– cunstancias del referido Obispo por su antiguo conocimiento, po– día darle las luces necesarias para el acierto de sus providencias y su dictamen había llenado desde luego sus deseos, porque te– niendo en consideración la edad nonagenaria del Obispo y su aba– tida salud, había opinado que no tanto la voluntad, cuanto la fuerza y opresión, habían dirigido sus procedimientos, y que por esta misma causa debía conducirle (y aun en caso necesario preci– sarle) a nombrar un sujeto de su satisfacción que ejerciese sus funciones como Gobernador Eclesiástico de aquella Diócesis . Que aprobado este voto por parecerle el más arreglado y conve– niente en las circunstancias del Reino, y haber coincidido con él la Vista del Fiscal, encargó al propio M. R. Arzobispo le indicase los individuos de aquel clero que a su juicio reuniesen las calidades que se necesitan para ejercer un Ministerio tan delicado, y absuel– to este paso le dirigió al Obispo un Oficio en que con la sagacidad posible le hizo ver cuan importante al mejor servicio de ambas ma– jestades, el que nombrase un Gobernador Eclesiástico que con to– das sus facultades pudiese expedir las laboriosas funciones para que le inhabilitaban sus años y dolencias y a continuación se sig– nificó los Eclesiásticos que juzgaba aptos para aquella confianza, con arreglo al informe que le había dado el Arzobispo. Que esta m isma diligencia encargó al presidente para que usando de suavi– dad inclinase el ánimo del Obispo a ejecutar dócilmente lo que se le insinuaba, y que en efecto no fue infructuosa la medida por– que al fin después de una ligera resistencia se convino gustoso aquel prelado en elegir al Dr. Dn. Antonio de Bustamante, Cura de Paucartambo (que había sido uno de los propuestos), y en se– guida le expidió el nombramiento de Gobernador de la Diócesis

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