Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
196 MANUEL JESUS APARICIO VEGA destructor que muchos de ellos han sido caudillos de tropas ar– madas; debido todo al ejemplo del Obispo que en su ancianidad, y dirigido por su provisor Dn. Hcrmenegildo de la Vega, ha dado las lecciones más escandalosas de insubordinación a V.M. y ha hecho más estrago en la justa causa con sus órdenes a los Ecle– siásticos de la Diócesis, con sus conversaciones familiares, y con · la admisión y autorización en su Clero del juramento para que obe– deciesen al tirano que con toda la fuerza armada que éste tenía a su orden. Bajo este concepto afiade la Audiencia que m ientras no se separe al Obispo y a su provisor de aquella provincia sólo la fuerza armada podrá impedir la renovación de una convulsión tan funesta, y tan perjudicial, además de que su edad casi nona– genaria, y la absoluta debilidad de sus potencias, lo incapacitan del todo. Que también deberán ser separados de sus Doctrinas Dn. Eduardo Navarro Cura de Capi, Dn . Juan Becerra y Dn. Ildefonso Muñecas, Vicarios de la Parroquia de Españoles de aquella Capital, Dn. Juan Angulo Cura de Lares, hermano del rebelde José Angulo y Dn. Francisco Carrascón, europeo Preben– dado de aquella Santa Iglesia; los tres primeros por haber sido jefes de tropas insurgentes, el cuarto por haber abandonado su Grey por todo el tiempo de la insurrección y conservádose al lado de su hermano dirigiéndole con sus infames consejos; y Cárrascón por su conducta y papeles sediciosos que publicó para fomentar este sistema, e inflamar a los revolucionarios; todo no sólo a vis– ta y ciencia del prelado, sino con su aprobación. Que el único me– dio para reformar un clero que ha causado tantos escándalos y perjuicios, es poner a su frente subrogándolo en lugar del Obispo al Vicario de la Villa de Paucartambo Dn. Antonio Bustamante, de sesenta años de edad, y de más de treinta años en el Ministe– rio de Cura, hombre verdaderamente eminente en virtud y sabi– duría que en tan funesta crisis y con un ejemplo de tanto influjo en todos los de su clase, tuvo la fortaleza de sostener la causa de V .M. en público y familiarmente, del modo más enérgic~ respe– tándole sin embargo por sus virtudes el mismo Obispo y el jefe de los rebeldes, sin que por ello se atreviesen a procesarle como lo han hecho con otros, cuya opinión sin duda perjudicaba me– nos a sus ideas . Que el influjo de los Ministros del altar sobre los fieles ignorantes es tan imperioso que se puede decir con ver– dad que jamás se separarán de sus direcciones y consejos en cu– ya situación se halla aquella Provincia, y jamás se logrará incli– nar los corazones al amor a V .M. si no se forman pastores que los atraigan a él por lo que la reforma del Clero secular de aquellos.
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