Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
204 MANUEL JESUS APARICIO VEGA como Metropolitano e instruido del carácter y circunstancias del mencionado Reverendo Obispo vor su antiguo conocimiento po– día darle las luces necesarias para el acierto de sus providencias, cuyo dictamen llenó desde luego sus deseos: porque teniendo en consideración la edad nonagenaria del Reverendo Obispo del Cuz– co y su abatida salud, había opinado que tanto la voluntad cuanto la fuerza y opresión habían dirigido sus procedimientos, y que por esta misma causa se le debía persuadir (y aun en caso necesario precisar) a nombrar un sujeto de su satisfacción que ejerciese sus funciones como Gobernador Eclesiástico de aquella Diócesis. Que aprobado este voto por parecerle el más arreglado y conveniente en las circunstancias del Reino, encargó al propio M.R . Arzobispo le indicase los individuos de aquel clero que a su juicio reuniesen las calidades que se necestaban para ejercer un ministerio tan de– licado, y absuelto este paso dirigió al Reverendo Obispo un oficio en que le hizo ver cuán importante era al mejor servicio de Dios y mío el que nombrase un Gobernador Eclesiástico que con todas sus facultades pudiese desempeñar las laboriosas funciones para que lo inhabilitaban sus años y dolencias, y a continuación le sig– nificó los eclesiásticos que juzgaba aptos para aquella confianza, cuya diligencia encargó también al Presidente de aquella mi Real Audiencia para que usando de suavidad inclinase el ánimo de di– cho Prelado a ejecutar dócilmente, lo que se le insinuaba, y en efecto después de una ligera resistencia se convino gustoso en elegir al Dr. Dn. Antonio de Bustamante cura de Paucartambo, que fue uno de los propuestos, y en seguida le expidió el nombramiento de Gobernador de la Diócesis sin restricción de facultades. Que por este medio parecían terminados los males que amagaban a aque– lla infeliz Provincia por la ancianidad y débil constitución de su Pastor; pero que el carácter intrigante y ambicioso del Arcediano de aquella Iglesia Dn. José Benito Concha y del Provisor Dn. Her– menegildo de la Vega, no podían ver con indiferencia extinguido el absoluto poder que ejercían sobre el ánimo del Reverendo Obis– po, ni tolerar al frente del clero un sujeto de la fidelidad e inco– rruptible rectitud del Dr. Bustamante, y así por sus particulares miras, y mantener en lo posible la insubordinación y desorden se confabularon con el Cabildo de aquella catedral para oponerse a la recepción del Gobernador, pretendiendo que conforme a de– recho debía ejercer el Cabildo dicho Gobierno a falta de Prelado, y aun mediaron algunas contestaciones por escrito en que éste quiso retractar en parte su anterior disposición, intentando des– empeñar las funciones de su mitra al mismo tiempo que su Pro-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx