Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
24 MANUEL JESUS APARICIO VEGA blico, y supe enjugar las lágrimas del miserable, la viuda, el Pu– pilo y el Huérfano. Vuestro Cabildo igualmente me Condecoró a su vez de Asesor, de Alcalde de la Hermandad y de Ordinario de 2a. Elección ¡ay, y qué terribles contrastes no padeció mi espíritu en el desempeño de este último empleo con la revolución del tres de Agosto de la que Vuestra Majestad estará suficientemente informado! Presas las Autoridades por los Faccionarios de ella, no hubo otra legíti– ma más que la mía que en medio del desorden de la fuerza arma. da se pudiese aventar; a pesar de los inminentes peligros de la vida acontecen a estos inhumanos monstruos que hollaban a gran prisa los Sagrados Derechos de Vuestra Majestad, y devora– ban sus intereses y los de los vecinos, sin dejarlos por un momen– to seguros en sus hogares. El Cabildo que reuní, pudo en alguna manera reconvenir a los prevaricadores sobre el desorden, y con– seguir de ellos, no obstante su temeridad el que coadyuvasen a embarazar los robos públicos, y las muertes que ya amenazaban, osí de las Autoridades presas, como de otras personas, en cuya san– gre se hubiese visto anegado el Cusco: al fin, me conduje con fi– delidad a Vuestra Majestad en época tan desgraciada, y con hu– manidad, para con mis semejantes aborreciendo por filosofía, por carácter y por Religión los abominables excesos de esos hom– bres que no pretendían con ellos, sino erigirse en déspotas, y ti– ranos, y hacer el divorcio de la América con Vuestra Majestad, mas mi espíritu sucumbido al pesar de las asechanzas por no ser adicto, me hizo fugar de dicha Capital con mi numerosa familia sin reparar en los quebrantos de mi salud, e intereses de los que he quedado destituido y en estado de mendicidad, porque hasta el lu– gar de mi asilo fui perseguido de muerte por el rebelde Mateo Pu– maccahua. Por estas operaciones de amor a Vuestra Majestad restablecidos vuestros Derechos, me confirió el Gobierno la Ase– soría, y Vuestra Real Audiencia me nombró de Conjuez para el Despacho. La prolija Historia de mis primeros dictados, y la escrupul<:>– ~a delineación de mis padecimientos, en la época de la revolución, constan de los Documentos que acompaño, pues por no fatigar la Soberana atención de Vuestra Majestad, no los describo con la mejor especificación, y únicamente me refiero a ellos dejando al celo, justicia y conmiseración con que Vuestra Majestad mira a sus Fieles Vasallos, que en premio de tantos padecimientos se me confiera la gracia de colocarme en el destino de Asesor de la In-
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