Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814

30 MANUEL JESUS APARICIO VEGA que otro de los que concurrieron a tratar de la seguridad, de aque– llos lugares, con todo lo demás que sepa sobre mis procedimien– tos y conducta, en el tiempo de la insurrección, por ser así de jus– ticia que pido, ut supra = Doctor Juan Corbacho. DECRETO.- Cuzco, y Agosto diez y siete de mil ochocientos, y quince= . Los oficiales Coronel Don Luis Astete, y Teniente Ct ronel Don J uan Tomás Moscoso, informen al tenor de este pe– dimento, como se pide en lo principal remitiendo sus informes cerrados. Al otrosí como lo pide, a cuyo fin se pasará el presen– te recurso con el respectivo oficio al Señor Regente de la Real Audiencia.= Una rúbrica del Muy Ilustre Señor Presidente.- Y, otra de su Asesor= Gamarra. INFORME.- Muy Ilustre Señor Presidente. = Es cierto que el Doctor Don Juan Corbacho, que se hallaba de Alcalde ordina– rio, el fatal día tres de Agosto del año próximo pasado, en que íos traidores Angulos, y socios pusieron en ejecución la insurrec– ción en esta Capital, dio las Providencias que se especifica para que se congregase el Cabildo secular, persuadido sin duda, a que podría remediarse el mal grave que experimentaba, y que conti– rmó practicando cuantas diligencias le inspiraba el amor al Sobe– rano, y a la buena causa que le dictaba su honor, y fidelidad, pe– ro sin fruto; pues cada día crecía el encono de los rebeldes, y el incremento de la revolución, sin arbitrio en el Alcalde Corbacho para contenerlo; todo lo que me es constante, así por notoriedad, como porque me lo avisaban algunos sujetos que podían llegar al calabozo. He oído decir por el mismo or den; que este buen vasa– llo se había opuesto, empeñosa, y enérgicamente a las ideas que manifestaba el omiso caudillo Manuel Mendoza, del más horroro– so sanguinario que se conocía; pues en él no se veía cosa que no fnese efecto de una Alma la más corrompida, de un hombre que con sus expresiones llevaba el asombro y palidez de la muerte a todos, de un ladrón el más soez, y bajo, herido de cárceles, y so· brado de cadalzos, y creo positivamente que la parte que tuvo en contener a éste y demás traidores, en los días que se trata hubie– se influido en la resolución que estamparon, y firmaron con apro– bación de las Corporaciones, de darnos soltura, al siguiente día seis de Agosto, de lo que nos comunicó noticia al paso por el ca– labozo en que me hallaba, la que salió cierta; pero lejos de haber– se verificado nuestra soltura, casi hemos perecido todos por el

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