Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX: la revolución del Cuzco de 1814
552 MANUEL JESUS APARICIO VEGA perpetró dirigiendo una carta subversiva y atentadora al pérfido D('n José Casteli, representante de la Junta Tumultuaria de Bue· nos Aires, erigida en perjuicio de los justos derechos de nuestro amado Soberano el Señor Don Femando Séptimo y ruina de las legítimas autoridades para que pasase a este Virreinato del Perú a llenarlo de la misma consternación que sufre y experimenta el de Buenos Aires; acompaño en testimonio dicho Expediente suplicando a y¡. E., que si acaso le permiten algún tiempo las in· ce~antes gravísimas atenciones del Estado, se sirva V. E. impo· nerse de él y elevarlo a la superior noticia del Supremo Conse· jo de Regencia, por Jo que pueda importar a las sabias y justas medidas que despliega a favor de la tranquilidad y subsistencia ele estos dominios en la debida obediencia al Soberano y a las autorid;:ides establecidas por él.- Dios guarde a V. E. muchos años. Cusco y mayo 25 de 1811.- Excmo. Señor.- Pedro Anto· nio de Cernadas. (Firmado).- Excmo. Señor Ministro de Estado de Gracia y Justicia Don Nicolás María Sierra. A. G. I. Lima-1013. (Al margen). "El Presidente Interino de Ja Real Audiencia del Cusco dirige en testimonio los Autos seguidos contra el Sub-Diá· Ci>no Don Mariano Becerra por haber escrito una carta subver· síva bajo el fingido nombre de Salvador Tosí al Dr. Don José Cas· tcli representante de la Junta Tumultuaria de Buenos Aires in· citándole a que aaeJantase sus marchas a dicha capital con ex· presiones encarecidas de su buena disposición para recibirlo". (Texto) M.P.S. Los adjuntos que en testimonio dirijo a la Suprema noticia de V. A. son forzosos incidentes de la terrible convulsión de estos Reinos, que si no han sido multiplicados más, esfo puede ser debido a la fidelidad que se observa en lo común de este vecindario y a la prudencia y suavidad que el Go· bierno ha adoptado por principios necesarios de su conducta en l~•s actuales circunstancias. Se levantó con ímpetu increíble la llamarada de Ja subleva· ción en la Capital de Buenos Aires. Se propagó con admirable rc1pidez por todos los pueblos de ese Virreinato. Llegó hasta los confines de ésta C!onde todavía estaba respetada la autoridad le· gítima. En la raya divisoria se puso un ejército al mando de Don
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