Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco
Con este ánimo han sido insertados en el presente volumen los papeles históricos que contiene, y las líneas que, a manera de desaliñado prólogo, se escriben a continuación. Los antecedentes ideológicos de la gran revolución cuzqueñü de 1814 deben ser rastreados en un estudio de la vida intelectual de la Real y Pontificia Universidad de San Antonio Abad del Cuzco, y del Seminario del mismo nombre, durante el rectorado del insig- . ne prelado D. José Pérez y Armendáriz (1770-1806), célebre obis– po cuzqueño reputado como el más decidido partidario de la re- - volución y en quien sospechamos la presencia de· un auténtico pre– cursor de nuestra independencia. Lamentablemente ese estudio no ha sido realizado, de modo que no es posible entrar en detalles referidos a la preparación ideo– lógica de los hombres que después, a partir de 1812, fueron los actores del movimiento revolucionario. Claro es que indicios elo– cuentes confirman la razón de tal sospecha, como por ejemplo la actitud de las autoridades españolas que, desde 1786, tratan al señor Pérez con muestras de visible desconfianza y hasta lo acusan abiertamente de abrigar ideales sediciosos y sentimientos anti es– pañoles. Pero esos indicios y otros reclaman la concurrencia de. nuevos elementos probatorios que esperamos hallar pronto. Mas, que la Universidad cuzqueña y su secular seminario fue· ron semilleros de ideas insumisas no necesita demostrarse porque ya es verdad reconocida, mejor si pensamos que José y Vicente An– gulo, Ildefonso de las Muñecas, José Feyjoo y otros muchos revo– lucionarios de 1814 estudiaron en los claustros del plantel anto– niano. El asunto se hace aún más claro cuando recordamos que también fue alumno antoniano el doctor D. Rafael Ramírez de Are– llano y Abarca, presunto ideólogo de la gran revolución y hombre cuyo importantísimo papel en la obra de nuestra emancipación na– cional, y en los años críticos de nuestros comienzas republicanos, no ha merecido todavía la atención de los historiadores. Ramírez de Arellano había estudiado en San Antonio Abad del Cuzco~· alcanzó sus grados en la Pontificia Universidad de San Cristóbal de Huamanga, y recibió, de la Audiencia del Cuzco, el título de abogado en 1806. No ·sabemos desde cuando este hombre singular comenzó a sentir entusiasmo apasionado por el credo li– beral de la época; empero, habiendo sido alumno de~ San Antonio Abad hay que suponer que fue en el plantel de la plaza de Nazare– nas donde adquirió el vigoroso acervo de sus convicciones polític(ls, XII
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