Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco
que no faltaron intereses personales explicables y que se justifi– can a plenitud si recordamos que un importante sector social se hallaba constantemente impedido de alcanzar puestos públicos. Pe– ro aun así, queda el Memorial como el punto de partida de la in– surgencia. No volvió Arellano a tener papel preponderante en el desa– rrollo de los siguientes acontecimientos, pues, más parece un cons– pirador sigiloso; apasionado por la intriga y el manejo oculto de los que hacen mucho en secreto aunque parece que obran poco o nada. · Quizá también, 11astante preocupado por su seguridad personal, le faltó decisión y arrojo. Pero, con todo, debió seguir impulsando los afanes revolucionarios de los Angulo, Béjar .y sus numerosos adherentes, aunque fuera cierto que, en el principio, sólo era un "hombre ancioso de conseguir empleos consejiles". No en vano Pumaccahua lo estima como elemento "tumultuario", cu~ yo "espíritu es oponerse a las autoridades atribuyendo despotis– mo, sin dejar de agraviar aun las personas más sagradas". En la proclama dirigida al pueblo del Cuzco por José Angulo el 16 de agosto de 1814, creemos hallar de nuevo las convicciones políticas de Arellano y aun sus propias palabras. Por eso supo– nemos que su opinión debió ser reiteradamente consultada por los jefes de la revolución, no obstante de que no conocemos con pre– cisión- el exacto papel que pudo haber cumplido en ella. · Empero, sus verdaderos actores tenían que ser hombres de acción decidida y no, de ninguna manera, ·simples letrados o teori– zadores. Así fue como, surgida la ·constelación revolucionaria de los hermanos Angulo, Ramírez de Arellano y su pequeño grupo pa– saron a plano secundario. José, Vicente y Mariano Angulo fueron entonces los verdaderos gestores y realizadores ,del gran movimien– to revolucionario. Sobre todo José que ostentó el título de Capi– tán General y que, en esa preeminente condición, ejerció con ener– gía indeclinable el mando político y militar en forma prácticamen– te omnímoda, organizó las expediciones enviadas desde el Cuzco a las tres regiones principales del sur del virreinato, y, con valor jamás desmentido, asumió en forma unipe_rsonal todas las respon– sabilidades. La llamada Junta Protectora de gobierno que eligió la asam– blea de instituciones cuzqueñas el día 4 de agosto de 1814, a in– sinuación del mismo Angulo, no fue jarriás una . junta gubernativa a la manera de la de Buenos Aires surgida en 1810, o de otra cual– quiera de las que entonces se organizaron; fue nada más que una XIV
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