Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

más detenida atención ni han sido divulgados completamente los testimonios que podrían proporcionar una visión completa del su– ceso, facilitando su enjuiciamiento cabal. Algo más: esta última circunstancia explica también el curioso fenómeno de las insanas destemplanzas que últimamente se han producido contra la memo– ria de Pumaccahua. Naturalmente el hecho de conocerse con más de– talle la primera etapa de la vida pública del cacique chincherino de– terminó la aparición de irreflexivos detractores que, con anacrónico arrebato, han pretendido destruir el justo procerato que tiene al– canzado. Así se ha producido el caso curioso que, por deficiencia de documentación, durante mucho tiempo se exaltó al héroe hasta ubicarlo en la jefatura de la revolución de 1814, y~ después, por parecida razón -no se nos ocurre pensar que sea por ingenuidad o malicia-, se le rebaja y se le llena de dicterios, exigiéndole pers– pectiva histórica y convicciones imposibles en momento en que, por formación y por mil otras razones, dominaban en el hombre los sentimientos de la más pura, casi mística y absoluta lealtad al rey. Hoy día la figura del cacique de Chinchero exige una peren– toria rectificación histórica, y hay que hacerla no de paso, es decir ligándolo únicamente al estudio de la gesta libertaria de Túpac Amaru, sino viendo a Pumaccahua en particu,lar, extensamente a todo lo largo de su vida e intensamente en toda la honda signifi- cación de su dramático final. · Mas, aun ubicado el cacique chincherino en el justo lugar que le corresponde como uno de los principales protagonistas de la revolución de 1814, no es posible que ella siga llamándose "Re– volución de Pumaccahua". Por eso es que nosotros preferimos nom– brarla en la forma simple como ha sido denominado el presente volumen. Otro asunto que debe ser aclarado es el relativo al ambiente en que se produjo la gran revolución. El superficial e indocumen– tado entusiasmo de mucha gente ha pretendido ver siempre .en el Cuzco un sentimiento de unánime fervor por la independencia, so– bre todo desde que se mira la rebelión de Túpac Amaru como el más calificado movimiento precursor de la emancipación america– na. Sin embargo, en 1814 ese ambiente no fue corno lo quieren ver los que miran nuestro proceso emancipador con criterio apa– sionadamente · revanchista. Necesario es reconocer que la revolu– ción dividió entonces al pueblo del Cuzco en dos sectores política– mente antagónicos: el fidelista y el revolucionario. El sector fi- XVI

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