Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 177 y asistencias de tabla, pues todo lo destrozaron y destruyeron, sin dejar cosa alguna de importancia util y servible, destinando hasta las tablas a usos inmundos y bajos. Nada se reservó de su aver– sión y irá, pues presentándose a su memoria nuestras operaciones de haber tomado el fusil, hacer rondar y cuanto ocurrió útil al mejor servicio de V.M. en los días inmediatos al 5 de noviembre del año pasado de 1814, en que hubo aquí una pequeña revolución (lo que ejecutaron tan solo los tres nombrados, por que el oidor Vidaurre no quiso ~oncurrir a ello), y merecimos que el virrey del Reino nos diese las más expresivas gracias; se dicidieron a quitar– nos la vida del modo antes explicado. Pero (f. 41) llegaron al ca– bo las Reales armas de V.M. al mando del General Dn. Juan Ra– mirez, y no componiéndose sino de 1300 bayonetas y 6 cañones de a 4, arrollaron y destruyeron en los campos de Umachiri a más de 30 mil hombres entre indios y mestizos; redimieron a esta ciu– dad de la infame y dura opresión, y del rigoroso despotismo qne sufría; y redimieron también a nosotros de la crueldad que íbamos a experimentar, según va dicho, encontrándonos mendigos y des– tituídos de todo auxilio, sin tener con qué subsistir. Antes de entrar en ella el ejército y saberse la derrota, se pasó por ~l cabildo secular ofició al rebelde José Angulo (que aun– que se dice fue obra del alcalde de la la. elección Dn. José Mariano Ugarte, no lo sabemos de cierto) para que dimitiese el mando, y lo entregase a éste, como en efecto lo hizo con la calidad de inte– rín salía a la expedición; pero como era tan voluble, volvió a poco rato a reasumirlo, y mandó que se publicase por bando, y al tiem– po mismo de estarse pregonando, empezó Dn. Tomás Velasco a gritar viva el Rey; siguiolo un pobre hermano suyo comerciante Dn. Mariano, y muchos colegiales de San Bernardo: continuóla con entusiasmo el pueblo, según se iba agolpando en la Plaza lla– mada del Regocijo, a donde están situadas las casas consistoriales nombradas entonces Palacio (porque así lo había mandado el in– surgente); y en el momento se formó una contra revolución, si– guiendo los más al expresado eclesiástico, que tomó sable en ma– no, y a su hermano que llevaba igual arma y escopeta; y entrándo– se la gente a las viviendas del rebelde, huyó éste precipitadamen– te, confundiéndose y ocultándose entre la muchedumbre. El Gobernador Ugarte se vió atolondrado con la novedad, pero (f. 41 v.) tomó las providencias que pudo para salvar la ciu– dad y contener a los insurgentes en la fatal noche de aquel día,

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