Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 187 anterior a las elecciones parroquiales a pesar de que este último se retractó por los miedos mentidos por Becerra que violentaron su angustiado corazón. Se dice que la prisión fue solicitada por vues– tro Fiscal Bodoya y determinada en un acuerdo nocturno que hubo en la Casa de vuestro Regente. El sábado seis se difundió en el pueblo esta grande novedad causando una confusión dolorosa y consternación universal las que se incrementaban a cada instante con las noticias del rigor con que se les trataban en la prisión; de su incomunicación absoluta del calabozo separados, de la cen– tinela de vista que incesantemente velaba por ellos y del Registro Prolijo aun de los de los alimentos que la afligida mujer del uno, , y la generosidad de un amigo del otro les suministraban. A las once del referido día se dirigió del Tribunal vuestro Oidor Vidau– rre acompañado de un Escribano al Real Cuartel y en su preven– ción pidió al oficial de Guardía un piquete de soldados de bala en boca, con los que se condujo al Calabozo de Arellano, y empezan– do con las preguntas preliminares de la declaración antes de entrar en su fondo lo repudia el Reo por incompetente fundado en las ex– cepciones que le franquean las leyes y especialmente algunos artícu– los de la Constitución. Este Juez cooperante en las desgracias del de– clarante abdica con rubor su comisión y dá lugar a que la reafir– ma el presidente que en consorcio de su asesor Herquinigo la prin– cipia desde las cinco de la tarde hasta las diez y media de la noche sin haberla concluido reencargándo siempre la seguridad de los reos. Amaneció el día 7 feliz y memorable que hará época de los gastos de la fidelidad incomparable del Cuzco cuyos numerosos ha– bitantes rebozando de alegría y contento, congregados según el Dis– trito de sus Parroquias en los lugares designados a este fin los per– tenecientes a la Matriz de Españoles en el Convento de la Merced se observaban los acaecimientos sencillamente requeridos en el ac– ta del N. 6, en la que por no hacerla más difusa se omiten otros incidentes dignos de recuerdo que realzan / la generosa docilidad y buena fé de los concurrentes justificando por sí propios sus ope– raciones y descubriendo la inculpabilidad no solo de los falsamen– te acusados, sí también las clandestinas maquinaciones que se co– metieron para disfrasar la injusticia con que les oprimió. Allí con– testa el jefe estar procesado criminalmente por delitos contra Dios, contra la Religión, contra el Rey y la Patria. Le responden que la seducción que padece le hace creer semejantes absurdos, agre– gando que habían sido presos sin el auto motivado y detenidos por más de treinta horas sin habérseles tomado su confesión ni fran-

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