Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco
200 LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 do y vigilancia, como en efecto se verificó con el capitán don Fe– lipe Eulate que hacía funciones de tal. Con esta precaución repo– samos quietos hasta la noche del nueve del referido mes en que Zuvizarreta entrada la noche se presenta en mi casa y me asegu– ra estar convocado a una Junta en la del doctor José Feijó a la que debían concurrir Vicente Angulo, Béjar, un tal Arregui y otros; con esta noticia empeñé a Zuvizarreta a que fuese, le prevengo que con disfrás salga de ella, me dé parte de su disposición y que los entretenga hasta noticiar al señor Concha de todo para que los sorprendiese en el mismo hecho. Todo se frustró, pues a pocos momentos me vio Zuvizarreta en el Portal inmediato a la enuncia– da casa donde lo esperaba y me aseguró haberse diferido la Junta para después de las ocho de la noche. Con este aviso le prevengo que iba a casa de mi hermana donde lo esperaba para que me ins– truyese del resultado, en efecto él me busca en la mía con afán y en la designada, donde me encontró, y habiendo llegado a ella m~ avisan haberme buscado con mucho empeño; por los antecedentes hechos conocí sin duda que era Zuvizarreta, me encaminé a su ca– sa y preguntando del resultado de la Junta, me contestó no haber– se efectuado, y que retirándose a su casa se encontró con Vicente Angulo, quien le entregó un paquete de más de veinte cartuchos para verificar el asalto en esa noche, y que a poco rato le ordenó lo contrario, diciéndole que el oficial que estaba de guardia dijo a Feijó no convenía por estar resguardado el cuartel, y que se es– perase ocasión más oportuna; como el oficial que hacía de guardia era Lovatón, uno de los que desde el principio se decía por Zuvi– zarreta estar complotado, no dejé de prestar más aserto al pro– yecto, y creyendo descubrir la verdad, de modo que no quedase duda, hice a Zuvizarreta algunas reflexiones: entre ellas le presen– té el perjuicio que se seguía a todos ellos, y a sus familias, que si el hecho no era cierto se vindicarían y reclamarían sus atrasos con– tra él, a lo que me contestó enclavijando las manos que el señor era testigo de que no quería más que la salvación de su Patria, cu– ya causa lo había movido a consultarme con una aseveración tan grande propia de un cristiano, le dije que era tiempo de que prac– ticase la denuncia, se resistió a ella por los temores de perder la vida, y tomando yo unos seis cartuchos me encaminé donde el se– ñor Concha, y con manifestación de ellos, y de todo lo expuesto le hice ver lo necesario que era llamar a Zuvizarreta para que dela– tase todo, en efecto fuí yo el conductor de él, y habiendo referido todo con otras cosas más, y amplificado su denuncia en la prisión
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