Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco
202 LA REVOLUClON DEL CUZCO DE 1814 con casi punible resignación unos insultos que pasan de la raya de la consideración, solamente por jugar de diestro, y lograr la paz y tranquilidad no por inacción, impericia, poco valor, ni por– que seamos delincuentes de ningún crimen en que se haya ofendi– do a Dios, al Rey y a la Patria. La libertad mal entendida por hombres que su escasa suer– te en ningún tiempo podía afianzarles comodidad y mucho menos erigirlos sujetos capaces de obtener empleos públicos, por medio del bullicio, y de la alteración me ha causado los sinsabores, y lo más sensible para mí el exponer a esta noble ciudad a perder el nombre de fiel y leal que a adquirido con la sangre de sus propios hijos y que aún en el día constantes se mantienen en el Alto Perú despreciando todos los asaltos de la adversidad. Como habiendo corrido en esta ciudad por el mes de sep– tiembre del pasado año que había recibido Vuesencia la Constitu– ción Nacional, se me informase que un Abogado nombrado Rafael Arellano hablaba de que este pueblo se resentía contra Vuesencia porque no remitía dicha Constitución, sin advertir este inconside– rado hombre, que no era posible que en un día se imprimiese los ejemplares; estuve con más cuidado, reparado su proceder, pues dolíame mucho que en lo menor se criticase el proceder de Vue– sencia. El nueve de diciembre llegó el correo con que Vuesencia remitió los ejemplares de dicha Constitución; más yo desde el día tomé las providencias .correspondientes para poner en ejecución dicha Constitución, trabajando como me fue posible, según evi– dencia lo actuado; pero aquel Abogado mal intencionado que no despreciaba los ápices de su mala maquinación formó un escrito (que podía por sí sólo presentarlo); pero por mover ánimos hizo firmar con más de treinta y siete individuos, según se reconoce a fojas cuatro de los autos que originalmente remito, sin leerlos su contexto aparentando otro concepto distinto del que encierra en sí, como se instruirá Vuesencia de los escritos de retractación que me presentaron algunos de los engañados, que se encuentran en dichos autos, desde foja diez hasta fojas catorce, siendo de notar que estos individuos firmantes en el escrito, y su principal autor, aunque mandé publicar un bando para que todos los vecinos vo– tantes o habitantes en la ciudad asistiesen en la publicación de la Constitución, ninguno asistió ni concurrió a su celebridad como ordena la Constitución para su mayor solemnidad, y sólo yo con los Regidores del antiguo Cabildo, con mis subalternos, llevé el pe-
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