Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco
212 LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 Estas pueden viciarse de muchos modos, y hacer así iluso• rios los objetos de su institución. Aun suponiendo justas y equita• tivas las leyes fundamentales, como lo son en el efecto las de la constitución política de la monarquía española; puede el poder ejecutivo no estar de acuerdo con el poder legislativo, ni este con el poder judiciario, introducida la desunión y contrariedad de prin• cipios en los poderes elementales de la sociedad política, es más perjudicial al hombre el estado de sociedad que el de naturaleza; y es menos mal estar expuesto a la voracidad de las fieras de que uno puede precaverse, y a las pasiones de nuestros semejantes que están aisladas, que al despotismo razonado, y a un plan sistemá– tico de opresión armada con la misma fuerza destinada a promo• ver la seguridad y prosperidad de los pueblos reunidos. Si estos males pueden introducirse en el pequeño recinto de una ciudad, como en Atenas y en Roma, se hacen mayores se– gún la . extención del terreno y de la población; y en razón directa de las distancias se aumentan las calamidades públicas: si los recursos a la metrópoli y al centro del poder ejecutivo son difíci– les, los males son casi irreparables, pues mientras viene el reme– dio han sobrevenido otros que hacen olvidar los primeros, ¿y qué sucederá si hay por medio un mar inmenso, una dilatada navega• ción, y la triste necesidad de quejarse por medio de los mismos opresores que no hacen sino aumentar su saña y furor? Para cosas semejantes han señalado algunos políticos el remedio de la sublevación, y era ésta permitida por las leyes en la constitución de los cretenses. Los políticos modernos, distinguien– do analíticamente la sublevación de la sedición, han considerado esta como justa, en el caso en que los magistrados abusen del po– der que les conceden las leyes, se hagan superiores a éstas, opri– man a los pueblos, y queden impunes los delitos que cometieron, por la distancia o debilidad del gobierno superior. Las provincias y ciudad del Cuzco se hallaban cabalmente en estas circunstancias, pues a más de las multiplicadas infraccio· nes de la constitución política de la monarquía, era espantosa la memoria de la noche del 5 de Noviembre, en que contra un pue– blo desarmado, artificiosamente llamado~ e inocente hasta en sus intenciones, se dirigió un fuego graneado que derramó mucha san– gre miserable y desdichada, que no tuvo ni el pequeño consuelo de ser reclamada según las leyes, y de que se pidiese su vindicta en los tribunales de justicia ordinaria, que o cerró los oídos, o fue oprimida por el terror y las expatriaciones.
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