Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco
LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 213 El desprecio y anonadamiento con que se trató a los jura– mentados de Salta, porque no siempre les fue favorable la suerte de las armas; la postergación del mérito de los americanos en toda clase de empleos; el advenimiento al gobierno político y militar de esta provincia del marqués de Valde-Hoyos, tan conocido en esta calamitosa época por la atroz y cruel política con que se ha con– ducido en la intendencia de La Paz; y porque no se le empleaba con otro objeto, sino con el de que exigiese de este vecindario quince mil pesos mensuales, además de los otros ingresos de la hacienda pública, valiéndose al intento por todos los medios del terror y de la tiranía; tantos males presentes y por venir apuraron el sufrimiento de este vecindario y tropa armada, que me aclamó para su comandante general en la mañana del 3 del presente, en la cual hablandos con la pureza y sinceridad que me es característi– ca, salí del calabozo en que mis opresores me habían sepultado muchos meses, a mandar las tropas y disponer tranquilamente la posición cle todas las antiguas autoridades, juntamente con mis compañeros de desgracia los honrados y generosos ciudadanos D. José Gabriel Béjar y D. Manuel Mendoza, calumniados como yo por las ocurrencias del 9 de octubre y 5 de noviembre del año an– terior. A las cuatro de la misma mañana se hallaban ya detenidos en este cuartel todas las antiguas autoridades que se habían aca– rreado a la común detestación por sus procedimientos injustos y anticonstitucionales, a las diez exité al M. I. Ayuntamiento a que tratase de los medios más conducentes para que no se introdujese la anarquía, que no la ha habido en el hecho; para que acordase los medios más adaptables a las leyes y a las circunstancias; para que subrogasen el gobierno político, magistrados justos y emplea– dos más dignos de desempeñar el servicio de la nación. Finalmen– te he' expedido todas las providencias propias a evitar los desór– denes y no he abusado de la fuerza armada que la divina Provi– dencia ha puesto a mi dirección por sus inescrutables design_ios. Todas las corporaciones eclesiásticas y civiles reunidas han nombrado por pluralidad absoluta de sufragios a los individuos que componen la junta que reune, con arreglo a la constitución y re-• glamento, todas las atribuciones del jefe político: y la elección ha recaído con grande satisfacción del público en los beneméritos y recomendables señores brigadier D. Mateo García Pumaccahua, coronel D. D. Luis Astete, y teniente coronel D. Juan Tomás Mos– coso; habiéndose también nombrado de suplente, para los ca-
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