Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

214 tA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 sos de ausencia o enfermedad de estos al D. D. Jacinto Ferrándiz y Ustáriz abogado de las audiencias nacionales del reino, y profe– sor conocido por la rectitud de sus intenciones, y por la abundan– cia de sus conocimientos políticos y legales. El numeroso pueblo, la fuerza armada y todas las corpora– ciones han ratificado solemnemente la constitución política de la monarquía, la fidelidad a nuestro amado monarca el Sr. D. Fer– mando VII, a las cortes soberanas, y a la serenísima regencia del reino, cuyas determinaciones espero, y a las cuales doy cuenta, instruída con documentos de la sanidad de mis procedimientos. Si todas las revoluciones políticas tienen un carácter particu– lar que las distingue, es sin duda muy original el de la acaecida en esta ciudad. Contra el curso regular de ellas, ha sido incruen– ta, porque no se ha derramado una gota de sangre; no ha habido anarquía, porque algunos pequeños desórdenes inevitables en un trastorno, han sido prontamente detenidos: los jueces de prime– ra instancia han sido auxiliados, y puesta a su disposición la fuerza armada necesaria; se trata del cumplimiento de las leyes, y según las atribuciones del jefe político y comandante militar, se hace la separación de los asuntos en que respectivamente deben entendér. Se ha remunerado el mérito de muchos antiguos vecinos de esta ciudad que a pesar de su aptitud y servicios habían sido largo tiempo olvidados por colocar a hombres ineptos nacidos en otro suelo. Se han librado providencias para el sembrío y cultivo del tabaco, sin perjuicio de su estancación, asunto olvidado y de utilidad pública, la cual se había pospuesto por consultar la de los directores de la capital de Lima, que habían establecido un monopolio autorizado por el gobierno, siempre engañado de sus subalternos. Todo el sistema de economía política tomará cuantas mejoras sean asequibles en nuestros varios y fértiles climas; y mi objeto no es otro que promover la felicidad general, y afianzar eficazmente la seguridad y prosperidad, por cuyos importantes objetos nos hallamos reunidos en sociedad, a los cuales no pro– veen suficientemente las legislaciones y que se hallan enteramen– te hollados por los déspotas y por los tiranos. Entre tanto espero que todos los vecinos de los pueblos y partidos de mi mando y de todos los honrados y fieles america– nos, se mantengan en unión, paz y tranquilidad, conserven el or– den público en el mismo estado dispuestos por la constitución y leyes de las cortes soberanas, miren con el debido respeto a los párrocos y autoridades eclesiásticas, y comuniquen a esta coman-

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