Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco
LA REVOLDCION DEL CUZCO DE 1814 217 sos pueblos, cansados de experimentar tanta iniquidad de sus progenitores, han tomado el azote de la justicia contra ellos, se– gún lo demuestra el misterioso suceso del 3 de Agosto pr óximo pa– sado; poniendo en prisiones a los injustos magistrados, y a los díscolos europeos, siendo delito de unos el administrar la injus– ticia, el rencor, partidarios de la injusta causa-usurpadores de los derechos del pobre, viles lisonjeros del rico, torcidos aplicadores de la ley, ignorantes de la legítima, pero sabios intérpretes de la del embudo, crueles homicidas, díganlo esos expedientes del ar– chivo de la secretaría de Cámara, monumentos vivos que califi– can estos atributos; allí la sangre humeante del justo Aguilar y del inocente Ubalde; allí una desordenada secuela de providenci:."'.:, que consumieron, aniquilaron a los desgraciados demandantes, y que en ellos aún no se ha pronunciado la sentencia definitiva años ha: allí el robo autorizado; informes los más sangrientos a la corte contra la fidelidad de esta ciudad y sus provincias. Y en los otros, a excepción de raros, darnos ejemplo de la mentira y si– mulación, la hipocrecía, la ingratitud, el adulterio, y de cuanto crimen, que antes en el estado natural de los Incas se ignoraban, y los que se conocían se castigaban con pena corporal. Estos son los que se jactan de habernos dado el ser racional; ¿semejante conducta es la sana moral, y la acendrada política? Si, Marqués de la discordia española; vuestra moral son todos los vicios, y vuestra política la mentira de vuestros bandos, y noticias de rey destituído, fraguadas todas en vuestro gabinete: la maquinación con el brutal Pezuela, destruyendo a la opulenta Lima, que ali– menta semejante monstruo de iniquidad. La ley constitucional no es el fundamento de vuestro gobierno, sino la reservada de vuestro gabinete, sancionada por las instrucciones experimentales de un es– tudio continuo de robos y homicidios. ¡Ah monstruo inhumano! ¿tie– nes cara para representar a un pueblo virtuoso lo escandaloso de tu conducta, y para blasonar de que vuestros compañeros nos han dado el ser religioso? ¡Ah religión santa, lo que nos cuestas! ¡Que cara te han vendido estos simoniacos ! Estos son más ambiciosos que Judas, que vendió a su autor el Verbo humano en treinta dine– ros; pues siglos ha que bajeles llenos de oro, y plata conducen el precio en que te han vendido, y aún no se han saciado, ni sacia– rán jamás. ¿No es verdad que por su afeminación, y vil ocio se ha atraído la España su última ruina? Si: todo eso, religión san– ta, han llevado por tu venta estos sacrílegos: que no te tragaron
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