Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

224 LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 En este estado se recibieron en Oruro avisos reservados y confidenciales de La Paz, con noticias del anárquico estado en que se hallaba aquella ciudad; atentados no interrumpidos de su plebe y disposiciones de los enemigos. Conviene sentar que, habiendo levantado el Cuzco la voz de la insurrección, depuesto las autoridades legítimas y estable– cido un gobierno popular, seduciendo y ganando antes la mayor de la misma tropa que la guarnecía, se halló desde el primer día con un pie de fuerza y armas respetables, y en estado de intentar, corno lo hizo al instante, la reunión y trastorno de las provincias confinantes, tan destituídas de guarniciones que las contuviesen, como inclinadas a seguir sus huellas, unas a cara descubierta y otras con algún pretexto y oportunidad. Con este objeto y con el perfecto conocimiento del terre– no que pisaban, formaron inmediatamente los cuzqueños tres ex– pediciones:una .al mando de los caudillos Mendoza y Béjar sobre Huarnanga; otra al del Brigadier Purnaccahua y Vicente Angulo sobre Arequipa; y la tercera al de Pinelo y el apostata cura Mu– ñecas sobre Puno, el Desaguadero y La Paz; de esta última habla– remos ahora, y en su lugar de aquellas. Antes de mediados de Agosto salieron del Cuzco estos cau– dillos, y reforzados considerablemente en su marcha con la mu– cha gente que se les reunía, unos por la seducción y los más con la esperanza y codicia del caso; entraron tranquila y pacífica– mente el 29 del mismo en la capital de Puno que mantenía con ello su inteligencia, y los esperaba muy de antemano. No considerándose seguro en ella, ni con fuerza para re– sistirles, su gobernador D. Manuel Quirnper se había retirado con anticipación a Arequipa, dejando el mando de la provincia a los alcaldes. Trarnóse o figuróse con la gente del país que ha– bía acuartelada y alguna plebe, una especie de alboroto en la no– che del 25, y de sus resultas evacuaron la población en la madru– gada del siguiente el asesor, los ministros de real hacienda, el administrador de rentas y otros empleados y familias honradas. Quedaron con esto los rebeldes en quieta posesión de aque– lla capital, y sin perder tiempo intimaron la rendición al coronel D. Joaquín Rebuelta, comandante del Desaguadero, quien les con– testó con la expresiva firmeza que debía esperarse de aquel be– nemérito oficial; pero abandonado en el primer ataque de mu– chos de los suyos y de todo el pueblo, tuvo que evacuarle y reti– rarse a La Paz el 11 de septiembre, con sólo 14 hombres, la ma-

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