Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA :8.EVOLUCION DEL Cuzco DE 1814 231 Dado este primer y más difícil paso se nombraron subdele– gados en los partidos que se hallaban acéfalos; y se arregló la administración pública, eligiendo los demás empleados, todo inte– rinamente, y hasta la resolución superior del Exmo. señor Virrey del reino. Para llenar el vacío de los fondos públicos reunió el general en su posada las corporaciones y vecinos más principales, y les hi– zo presente la absoluta e indispensable necesidad en que se halla– ba de sacar todos sus recursos de La Paz, proponiéndoles que an– tepusiese el medio de algunos donativos, o préstamos voluntarios a una contribución forzosa, a que de otro modo procedería, preci– sado como estaba por la imperiosa ley de las circunstancias del día, ni a las proporciones de los prestamistas, se hicieron con ca– lidad de reintegro, pedidos fijos a personas señaladas, y se impu– sieron con intervención del cabildo algunas contribuciones, con que pudieron reunirse hasta 63 mil pesos, quedando prontos y remisibles a disposición del señor general en jefe otros 30 mil; y comprometido el gobernador y ayuntamiento a cubrir inmediata– mente el empréstito de 10 mil que había hecho el vecindario de Oruro para la salida de la expedición, como en efecto lo realizó. El 7 llegó un expreso del Desaguadero despachado por algu– nos insurgentes que se habían reunido allí, poniendo aquel punto con sus enseres a disposición del general, pero habiéndoseles de– vuelto ofreciéndoles el indulto, si lo verificasen, quedó sin efecto . El 8 avisó Sarabia desde Laja que casi todos se habían re– tirado para Puno, y que unos pocos que habían quedado intenta– ron incendiar el almacén de pólvora y demás útiles; lo que había impedido con alguna gente de su parcialidad el párroco D. Manuel Mamani, quien instaba para que se le auxiliase: en vista de todo y de las noticias que también se recibieron de que los enemigos pen– saban en hacer una gran reunión en la provincia de Puno, se previ– no a Sarabia continuase su marcha el 9 siguiente; y en el mismo día salió de La Paz el general con el resto del ejército, dejando una compañía de guarnición, con cuatro piezas y algunos artilleros, y a su gobernador las instrucciones convenientes. El 11 entró Sarabia en el Desaguadero, y el 13 el general, habiéndose detenido un día en Tiaguanaco por la repetición de la terciana. Se hallaron en este punto dos piezas de bronce, una de a 6 y otra de a 2: varias de estaño, de las que en otro tiempo fun– dieron los cochabambinos: alguna pólvora y otros efectos, cuyo inventario formado por el mayor Anglada se entregó al nuevo co-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx