Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

232 LA REVOLUCION bEL CUZCO DÉ 1814 mandante de este cantón el capitán D. Santiago Giani a quien con 50 hombres de guarnición resolvió el general dejar en él .para su resguardo, y para mantener la comunicación con La Paz y cerrera general. Se recogieron también en el mismo pueblo y sus estancias ínmediafas varias especies que tenían ocultas los insurgentes, per– tenecientes al saqueo de La Paz, y habiendo sido aprendidos los oficiales Salinas y Gómez, que abandonando las banderas del rey se alistaron en las de los rebeldes, fueron juzgados y condenados por una comisión militar a la p~na capital, que se ejecutó luego, con la confirmación del general, indultándose y agregándose al ejército algunos soldados que se presentaron voluntariamente des– pués -de haber servido entre los enemigos. Se recibió el correo de Potosí con cartas del cuartel general por las que se supo no haber ocurrido novedad especial, y quedar las provincias del tránsito en sociego; y habiéndose presentado una diputación del cabildo de Puno, dando parte de que los in– surgentes habían evacuado aquella ciudad, que venía a someterse por su medio a las armas del rey, se les contestó que estas se po– sesionarían de ella. C9n esta dirección se emprendió la marcha el 16, y continuándose el 17 y siguientes por los pueblos de Zepita, Pomata, Juli, llave; Acora y Chucuito, se entró en Puno el 23, ha- biendo hecho 52 leguas desde La Paz. _ _ - En el tránsito por estos pueblos se había divulgado la noti– cia de haberse malogrado la expedición al mando del señor maris– cal de campo D. Francisco Picoaga en las inmediaciones de Are– quip_a: que después de haberle batido y hecho prisionero, se ha– bían apoderado de aquella ciudad los caudillos Pumaccahua y Ap– gulo; de cuyas resultas se habían declarado por la insurrección Moquegua, Chuquibamba, Camaná y caso todos sus partidos; y en efecto confirmó todo esto en Puno un oficial procedente _del mismo Arequipa, que se había hallado en la acción del 10 de no– viembre perdida por las armas del rey; y traía de comprobante un papel escrito con lápiz desde su prisión por el expresado señor Picoaga, intendente Moscoso y otros jefes, en el cual pedían al general que, pospuesta toda otra atención se dirigiese a aquella ciudad, acelerando sus marchas, por el riesgo inminente en que quedaban sus vidas. Causó tan funesta novedad en el ejército un acerbo pesar no sin mezcla de cólera, así por la inclinación y respeto que la tropa profesaba a su antiguo coronel el señor Picoaga, como por las fa– tales resultas que producía la pérdida de la provincia de Arequipa

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