Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

234 LA Rf:VOLtJClON DEL CUZCO DÉ 1814 Habíase desertado en la noche antes un soldado de los que se presentaron y fueron indultados en el Desaguadero, y habiendo sido perseguido y alcanzado en su fuga por una partida nuestra, creyó el general que debía ser tratado con todo el rigor de las leyes militares y en su consecuencia fue pasado por las armas. Pasamos en 29 al Ingenio de las Maravillas, situado a las dos leguas, y en él dieron noticia al general de que los rebeldes te– nían ocupada la angostura que llaman la Compuerta, distante 5 leguas, con una corta fuerza; en su vista y antes de que la refor– zasen, lo que tal vez nos hubiera detenido por ser un paso forzoso, estrecho y de suma aspereza, ordenó que en la misma tarde sa– liesen las dos guerrillas y el piquete de caballería, y descansando en el prado, cayesen al amanecer sobre el destacamento enemigo y le desalojasen de aquel puesto. Ejecutóse puntualmente, pero se halló que le habían aban– donado sin esperar la aproximación de nuestras partidas; en su consecuencia se situaron éstas de la otra banda del desfiladero en la pampa de Pasto grande, y el 30 pasó el ejército la noche en S. Ramón, otro ingenio distante cuatro leguas del antecedente, y el 1 e: de diciembre se reunió con sus guerrillas y se acampó en el mismo Pasto grande. En este punto se nos pasó un hombre llamado José Bernar– dino Escobedo, y habiéndosele tomado su declaración depuso que los insurgentes se hallaban situados en Apo a 16 leguas de distan– cia; que tenía 21 piezas de artillería de diversos calibres, y según les había oído decir sobre 12 mil hombres de todas armas, y entre ellos bastante y buena caballería de la provincia de Arequipa. Con este dato se continuó marchando con toda ·precaución los días 2, 3 y 4 y el 5 se situó el campo a dos leguas de Apo, poco más o menos. Estaba el general reconociendo el terreno para apos– tar la gran guardia y distribuir las avanzadas, cuando se descu– brió un parlamentario de los rebeldes, que puso en sus manos un pliego de aquellos reducido a proponerle la rendición del ejér– cito, figurando que ya la capital de Lima, y todas las provincias del virreinato se habían decidido por la revolución, con otras es– pecies y mentiras abultadas, las mismas que habían hecho publi– car por bando en Arequipa y Cuzco, como comprueban los ejem– plares que van a continuación de este diario con los números 1 y 2. El general le recibió y leyó el pliego con mucha serenidad y templanza, y con la misma le mandó retirar, diciéndole que se había impuesto y que no tardaría en despachar su contestación, que no era otra que la de atacarlo por la mañana.

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