Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 239 En estas providencias se consumió el resto del mes de di– ciembre, en medio de los constantes desvelos e infatigable activi– dad del general; y cuando evacuadas ya en la mayor parte sus principales atenciones, vestida la tropa, y refaccionadas las ar– mas y tren, nos preparábamos a partir a mediados de enero, fue preciso suspender esta resolución así por la casi general epide– mia que con la mudanza de temperamento y alimentos había gra– sado en oficiales y soldados, como por el rigor de la estación, ex– cesivas aguas que la hacían inverificable. Felizmente en este intermedio ocupaba la atención de los caudillos Pumaccahua y Angulo la contra-revolución que a la voz del rey había intentado con otros el teniente coronel Ruiz Caro en el partido de Tinta; y aunque al fin prevalecieron aquellos, y con mucha dificultad apenas pudo este escapar con sólo 40 hombres hasta Arequipa, fue sin embargo muy útil su proyecto por haber entretenido casi todo este tiempo a los enemigos. Habían salido para Puno en virtud de órdenes ejecutivas el intendente D. Manuel Quimper y los demás empleados; y aunque no sin recelos y zozobras, se mantenía aquella capital y la mayor parte de la provincia en sociego, y con la comunicación franca con La Paz y el ejército, pero en estos días avivó Quimper sus partes sobre la aproximación y miras hostiles de los enemigos, y en su vista resolvió el general acelerar cuanto fuese posible su partida, previniendo a los comandantes se aprontasen para el 24 o 25. Mas. habiéndose traído a la vista los estados de las compañías se halló existir en el hospital 122 hombres, y en su consideración, oyendo a los facultativos, acordó dilatarla unos días fijando el 9 o 10 del entrante febrer~ para realizarla sin recurso, Comunicada esta resolución obró tanto en el ánimo fiel de nuestros enfermos, que la mayor parte aún sin haber convalecido, se restituyeron a sus compañías, quedando sólo en el hospital 26 hombres, y un oficial de los más postrados. En este estado y reforzando nuestro pequeño ejército con algunos reclutas y dispersos que se les reunieron hasta el número de 1200 bayonetas, y 50 hombres más de dragones de Tinta, colo– cado a la cabeza de esta provincia el activo y pundonoroso briga– dier D. Pío de Tristán, rompió el 11 la marcha el regimiento núme– ro 1? y se acampó en Cangalla, en donde el 12 siguiente se le reu– nió el general con el tren y el resto del ejército, en medio de un bien molesto y continuado aguacero.

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