Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 243 sobre más de una legua de cauce, resolvió continuar la dirección por el pueblo de Pucará, distante otras cuatro leguas. El desnaturalizado e ingrato brigadier Pumaccahua, deslum– brado con los pomposos títulos de teniente general y marqués del Perú, a que los delirios de su imaginación le habían elevado sus mismos secuaces persuadidos a que ya estaba irrevocablemente decretado por el cielo la independencia de estas provincias, renovó las propuestas de Angulo en los arrogantes términos que aparecen de su papel con el número 4 y fue sobre la marcha contestado por el general con las pocas pero enérgicas expresiones que van a continuación: no omitiendo instruir a la tropa de estos oficiosos pasos de los rebeldes con que en medio de su arrogancia descu– brían su verdadero miedo y cobardía. Fue la noche muy lóbrega e incómoda con un continuado aguacero; y a pesar de haber aprovechado la madrugada avanza– mos muy poco por los muchos pantanos y arroyos en cuyo tránsi– to y repetidos rodeos ocupamos la mayor parte del día; siendo pre– ciso para pasar algunos formar pequeños puentes empalmando los mismos palos de los toldos. Con esto se hizo demasiado tarde, y resolviendo el general acampar antes del pueblo, despachó un ayudante que mandase hacer alto a la guerrilla. Habíase ésta empeñado ya en una angostura que forma el camino estrechado por el río, y de repente fue sorprendida por al– gunos tiros de artillería y fusil que le hicieron los enemigos embos– cados en la otra banda. A su estruendo se destacó una compañía de granaderos que la sostuviese, y después de un corto fuego, con el que obligó a los rebeldes a replegarse a las cumbres, se reunió al campamento que situamos en un recodo abrigado e inmediato a la misma angostura con la precaución necesaria. El siguiente 6 se mantuvieron los enemigos en la misma posición, teniendo su artillería bien avanzada para poder ofender– nos, por lo que se tomó la dirección para Pucará a distancia del camino, y aunque con alguna pequeña incomodidad llegó todo el ejército al pueblo a buena hora. En frente de él por la banda, y sobre la orilla del mismo río tenían los insurgentes a la vista un campamento en tres divisiones con 100 tiendas poco más o menos cada una: desde él nos hicieron luego que nos divisaron algunos tiros de cañón y fusil, que fueron contestados por nosotros sin efecto ni desgracia particular. Es el río bastante caudaloso, invadeable especialmente en esta estación; por lo que dispuso el general que se construyesen

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