Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 247 sos trozos, amagaba dejarse caer sobre nuestro pequeño campa– mento por todas partes; y reunidos con un cuerpo de infantería de su derecha, había ya atravesado el río y cargado a nuestra gue– rrilla que se sostenía con firmeza contra un número muy superior, y un cañón que también la batía de cerca, por lo que fue preciso reforzarla con una compañía más. Al mismo tiempo que esta salía para reunirse, se puso en movimiento para atacar por la derecha otro trozo mucho mayor, contra el cual se despachó inmediatamente la primera compañía de granaderos del primer regimiento a las órdenes de su capitán el teniente coronel D. Manuel Venera; la cual le contuvo por aquel punto, y obró hasta el fin de la acción con igual valor que suceso. Viendo el general empeñado el ataque sin recurso, y consi– derando que los enemigos podían envolvernos con su misma mul– titud, si se les daba más tiempo, se resolvió a romper de una vez con toda nuestra fuerza reunida contra su centro, pasando el río a todo trance. Con este fin se reforzó de nuevo la guerrilla de la izquierda, en donde habían cargado mucho los enemigos; y sin hacer caso de la artillería que era imposible transportar por el río, dejando una escolta en el campamento, mandó tocar al tambor el redoble de atención, y exortando brevemente a la tropa encargándola pro– curase preservar del agua los fusiles y cartucheras, a la voz de viva el rey, formó en columna sobre su derecha, y poniéndose a la cabeza se dirigió intrépidamente sobre el río, abriéndose paso por medio de su impetuosa corriente, y del continuado fuego de los enemigos. Siguió la columna con igual denuedo los pasos de su gene– ral, y desnudándose apresuradamente en la orilla, con el agua has– ta el pecho, los fusiles y cartucheras sobre los hombros, despre– ciando las balas de los rebeldes y sin oir los últimos lamentos de los infelices que perecían ahogados, creciendo con los mismos obstáculos y riesgo su valor, se trasladó a la banda opuesta, y comenzó a desfilar con tanta serenidad como rapidez para formar– se en batalla y marchar al enemigo que ya venía sobre nosotros. Hecho arrojado y extraordinario que pasó a nuestra vis– ta y que decidiendo de la acción y del destino del Perú, eternizará la memoria del general Ramírez y de sus valientes soldados. Seguimos aproximándonos sufriendo su fuego hasta una dis– tancia proporcionada, y desplegamos sobre ellos de repente con uno tan violento, y con paso tan firme y denodado, que apenas pudo

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