Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 249 que podría comprometer la verdad si no hubiese pasado a la vista de tantos, y si la historia no nos ofreciese infinitos ejemplares en que un pequeño número de valientes, mandados por un capitán experimentado y sereno, ha triunfado de una muhitud muy supe– rior, haciendo en ella estragos indecibles, sin recibir casi una he– rida. La victoria que Fabio Máximo consiguió sobre los Alóbroges fue tan completa que con sólo la pérdida de 15 hombres quedaron tendidos ciento veinte mil franceses, y otros ochenta mil hechos pri– sioneros, o sumergidos en el Ródano; y Lúculo, con sólo cinco muer– tos y cien heridos, destruyó todo el ejército de Tigranes, y pasó por la punta de la espada casi toda su caballería. Mariana asegura, conforme a todas las crónicas, que en la batalla que dieron los tres reyes de Castilla, Aragón y Navarra a los moros, quedaron sobre 20 mil de estos mordiendo el polvo, y sólo 25 cristianos muertos; y no acabaríamos jamás, si hubiésemos de referir todos los hechos de igual clase en comprobación de uno que no necesita más prue– ba que su reciente notoriedad. Creyó el general que debían ser tratados con todo el rigor de la justicia algunos de los prisioneros que se habían hecho y que sobresalían entre todos los demás por su obstinada decisión y otras calidades: entre otros eran los principales el cacique de Uma– chiri con algunos secuases suyos, el auditor Melgar, y un coronel y teniente coronel, que siendo oficiales del rey, mandaban las co– lumnas rebeldes; y habiéndoseles dado un breve término para dis– ponerse, fueron inmediatamente pasados por las armas. Con el objeto de asegurar las que se habían tomado a los ene– migos, como todos los demás útiles y efectos de guerra que ha– bían abandonado, y por ser ya también entrada la noche, resolvió el general pasarla en el mismo campo, con no pequeña incomodi– dad de la tropa que se hallaba casi desnuda. El siguiente día se reconocieron todas aquellas inmediacio– nes, y separando lo que podía ser de servicio se quemó e inutilizó todo lo demás, dejando a disposición de nuestros soldados cuanto no pertenecía al parque. En seguida y sin perder momento dirigió el general la noti– cia y parte de la acción al señor general en jefe, y al Excmo. señor Virrey del Reino, y dió también aviso de ella a los gobiernos de las provincias de Puno, Arequipa y la Paz, seguro de que nada podía contribuir tanto a mantener en la quietud que se hallaban, como este golpe decisivo y manifiesto desengaño de la impotencia de los

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