Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

254 LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 que pudiese dar vado a todas estas atenciones se comunicó orden al brigadier Tristán, gobernador de la provincia de Arequipa para que le auxiliase con 100 hombres de fusil, y destinase al mismo pun– to los voluntarios de Chuquibamba que se habían ofrecido a ha– cer este servicio para expiar su antecedente irregular comportación, y que llenaron después completamente su deber. En este estado y habiendo llegado al Cuzco el coronel don Vicente González con la fuerza destinada a su guarnición, se resol– vió nuestra partida; pero el regimiento N~ l '! compuesto todo de naturales del Cuzco, que había llegado a concebir esperanzas de que– darse en su país con aquel destino, decayó notablemente del ar– dor y constancia que hasta aquí le habían distinguido y tuvo una baja muy considerable, a pesar de los muchos sagaces con que pro– curó el general animarle a continuar el servicio, y de que con anti– cipación le había hecho satisfacer la mayor parte de sus atrasadí– simos alcances. Tratóse de llenar este hueco con nuevos reemplazos y de acelerar nuestra marcha; en su consecuencia salimos el 9 de julio, y sin detenernos en Puno y La Paz más que los cortos momentos precisos para extraer el numerario que en virtud de órdenes anti– cipadas se estaba colectando para auxilio del ejército, llegamos al cuartel general el 25 de Julio, conduciendo 150 mil pesos efectivos, trecientas y más plazas de las que sacamos en Oruro, y una por– ción de artículos tan necesarios para su habilitación, como esca– sos en él; siendo todo efecto de las acertadas y políticas medidas del general que ha sabido sacar todos estos recursos de las mismas provincias sublevadas, y después de haber sacado todos sus fondos públicos los insurgentes, a cuya costa principalmente se ha hecho la guerra y concluido la expedición. El Excmo. señor don Joaquín de la Pezuela recibió al señor Ramírez y a las valientes tropas de su mando con todas las demos– traciones y positivas señales del verdadero aprecio y considera– ción a que se habían hecho tan acreedoras en su feliz y gloriosa campaña. Mucho queda que esperar de esta oportuna reunión: y si en medio de tantos apuros, de tantas estrecheces y de tantos conflic– tos, ha prevalecido la causa del Rey al furor y a la anarquía revo– lucionaria, no es difícil calcular cual será el decisivo resultado de esta hasta aquí tan desigual lucha, cuando a nuestras cortas fuer– zas se reunan las aguerridas y numerosas huestes que a esta fecha surcan sin duda los mares en nuestro auxilio.

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