Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 259 a lo que se agrega el haberse gobernado esa provincia por jefes ac– cidentales desde mediados de Junio del año de 1809, en que ha muerto el último propietario D. Francisco Muñoz y San Clemente hasta el día. Gobernando uno de estos que lo ha sido el indio Brigadier D. Mateo Pumaccahua, llegaron oficialmente los ejemplares de la Constitución Política, que en principios de Diciembre del año de 1813 remitió el señor Virrey de estos Reinos a aquel gobierno al que se presentó a los cuatro días de su recibo un recurso insultante con más de treinta firmas que había colectado el abogado D. Ra– fael Ramírez de Arellano, quejándose en él de que aún no se hubie– se publicado la Constitución llegada allí cuatro días antes, amena– zando a nombre del pueblo que no sería reconocido el ayuntamien– to ni obedecida la jurisdicción de los alcaldes que no fuesen for– madas por él, a cuya consecuencia y a la de la retractación de va– rios de los que habían firmado el citado recurso, se formalizó su– maria por el gobierno, y en su vista en principio de Febrero del año siguiente, se decretó el arresto de Arellano en el cuartel de aquella capital. En este tiempo ya se hallaba formalizado complot para que el nombramiento de electores municipales recayese en sujetos de su confianza, a fin de disponer un cabildo a propósito de sus fines, habiendo repartido con anticipación lista de los sujetos que de– bían serlo, especialmente en la Parroquia llamada de la Compañía, con lo que les fue muy fácil realizar el atentado que concibieron de poner en libertad a viva fuerza al abogado Arellano, atropellan– do la guardia de prevención, y rompiendo las rejas de la pieza en que se hallaba detenido, saliendo al intento más de mil hombres del convento de la Merced en donde se hallaba congregada la pa– rroquia la mañana del día 7 de Febrero, comboyados estos por el Tesorero de aquellas reales cajas D. Baltazar de Villalonga, como lo acredita el acta de aquella Junta, y el oficio que dirige al supe– rior gobierno de Lima, en 26 de Abril de aquel año el jefe político Brigadier Pumaccahua. La debilidad del gobierno dejó correr impune este escanda– loso atentado, lo que hizo más audaces a sus autores, por lo que instalado el Cabildo Constitucional a su entera satisfacción comen– zó a arrastrar a todas las autoridades legítimas, señaladamente a la Real Audiencia y al Gobierno, aquella toleró en silencio y con prudencia lo que no podía remediar, y este tampoco se resolvía a contener con la fuerza los rápidos progresos de su ambición, bien

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