Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX la revolución del Cuzco

LA REVOLUCION DEL CUZCO DE 1814 279 mismo, sin armas, sin protección ni apoyo. Las autoridades mal constituídas incaban la rodilla delante del tirano, y los caprichos de éste eran las actas que sancionaban, hecho que por su notorie– dad me releva de toda prueba. A pocos días fuí precisado a volver al Partido por tropas se– gún el oficio N. 3; pero lejos de presentarle las que me pedía, pre– venía de un Pueblo a otro se escondiesen los soldados, como lo califican los documentos N. 4, 5 y 6. Así es que regresé sin ningún hombre, ni han marchado tropas de Abancay bajo de las crimina– les banderas de la Patria. Sospechando que a su vista obraría me– jor que a distancia, me encomendó verbalmente el Regimiento de Infantería disciplinada de esta ciudad y que de él extrajese qui– nientos hombres para los Ejércitos de dicha Patria; nunca llegó el / caso de que yo realizase su colectación, y los documentos N. 7 y 8 justifican este dato, y las arriesgadas prevenciones que hacía a los oficiales para que alejasen su gente. De modo señor que mi existencia era un peligro continuado; en este estado crecía de día en día el poder del tirano, y las Corporaciones. más respetables lle– nas de un terror pánico lo declararon por Capitán general: gemían los hombres de bien con la elevación de este ídolo; pero ninguno se atrevía a disputarle los derechos que usurpaba sin un inminen– te peligro de vida. En tales circunstancias fuí invitado corteste– mente a llevarle la rienda del caballo en compañía del Teniente Coronel Ordoñes para el día de su quimérica recepción, me escu– sé como era debido, mas fueron tan estrechas y conminatorias las órdenes que me dió que no tenía otra alternativa que morir o ti– rarle rienda, escogí el segundo extremo; y quién no lo hubiera pre– ferido en mi triste situación? Hay mucha diferencia en juzgar las cosas de lejos que a pulsarlas a los labios de la tiranía y del pe– ligro mismo. Hasta aquí mi comportación pasiva: la activa se reduce a que desde el momento en que ví dispersas las fuerzas del tirano ya medité proyectos para destruirlo; el documento N. 9 evidencia la propuesta que hice al Alcalde de primera elección _para darle un golpe de manos y restablecer con el orden las antiguas legítimas autoridades. Fuí el primero en presentarme armado contra el re– belde, y con una fuerza desproporcionada me batí dos veces con él hasta salir herido de bala en una mano aunque no de peligro; evidéncialo el documento N. 10, y si no fuera importuno el co- / -lectar papeles, le presentaría a V. S. cien testigos de este dato de– masiado notorio.

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