El Perú en las Cortes de Cádiz

Prólogo La invasión napoleónica en España suscita la heroica reac– ción del pueblo español, que defiende a sus reyes en un ejemplo de fidelidad a unos monarcas que n'o merecen el esfuerzo de esta nación, cuyo admirable patriotismo rechaza al invasor. Mas simul- 1áneamente se producen, dentro de la resistencia antinapoleó– nica, un doble movimiento político: el que sigue la línea tradicio– nal de acuerdo al antiguo régimen absolutista; y el que busca im– plantar una monarquía constitucional apoyándose en la orienta– ción marcada por la doctrina liberal. Ambas líneas, sin embargo, reconocen como rey a Fernando VII, el monarca prisionero de Napoleón en Valencay. Siendo indispensable una autoridad que gobernara tt España en medio del descon'cierto de la guerra, se constituye una Junta Central que ejerce el poder en nombre de Fernando VII. La Jun– ta formula consultas a distintas instituciones como la Iglesia, Cabildos, Universidades y a elementos representativos de la no– bleza, para que opinen sobre la convenien•cia de efectuar una con- · vocatoria a Cortes. Al obtenerse una respuesta positiva, se con– voca a elecciones por un Real Decreto de 29 de enero de 1810. La Junta Central pretende así justificar una existencia legal de muy precario origen. Sin embargo se ve obligada a renunciar y es sustituida por la Regertcia, que se estáblece en Cádiz, en la Isla de León, manteniendo siempre la anunciada convocatoria. Conforme a lo establecido en la antigua Monarquía, las Cor– tes estaban integradas ·por la nobleza, el clero y el estado llano, que se reunían separadamente en cada un·o de los llamados "bra– zos" o "estamentos". Inicialmente se optó por seguir esta forma. Pero los liberales presionaron para evitar esta división y conse– guir se formara un solo cuerpo legislativo; finalmente lograron su objetivo.

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