El Perú en las Cortes de Cádiz

EL PERU EN LAS CORTES DE CADIZ 131 hubier8; dexado sentir por los expertos magistrados. Se contaba para esta empresa con la ciudad de Querétaro, cuyos habitantes ascienden al número de cincuenta mil personas, ¿pero que habi– tantes? Los que constituyen un pueblo verdaderamente feliz. En sus obrages estan ocupados diez y siete mil fabricantes, con los que trabajan en la de cigarros: doce fértiles haciendas de campo que la circuyen ocupan el resto de su gente, y ámbas cosas, con los telares que hay así para indios como para españoles, ahuyen– tan de su seno la ociosidad, madre de todos los vicios. Así que quando por la holgazanería que abunda en aquellos paises se pro– porcionaba á los insurgentes franca entrada en las ciudades y pue– blos que ocupaban, ántes de que pudieran ser socorridos con guar– nicion militar, no se atrevieron á presentarsé delante de Queréta– ro, ni pudieron seducirlo con vanas promesas de felicidades que allí se disfrutan por la ocupacion continua. Quando atacaron con la multitud de la gente sublevada de otros pueblos, fueron cons• tantemente rechazados por la gente del campo y artesanos, que teniendo que perder, nada tenian que recibir de quienes solo ve– nían á robarlos. Vino á suceder que los mismos querétanos escan– dalizados de la seduccion, ellos propios la descubrieron y reve– laron ántes de que pudiera sentirla aquel alto Gobierno. Doce reos en tan populosa ciudad fueron únicamente los que se descubrie• ron dentro de su recinto en aquel tiempo, y mucho antes de que fuese elegido aquel lugar por su conocida lealtad para quartel general de las tropas que envió el virey contra los insurgentes; porque Querétaro ya desde el tiempo de los emperadores gentiles se habia ostentado el muro de la fidelidad mexicana en contra de la turbulencia. ,,Contrayendome al intento de la proposición asentada en quanto la provincia de Querétaro presta materia para su funda– mento, digo: que hallándose atrasadas aquellas fábricas así por la prescindencia de los antiguos mandatarios del Gobierno, como principalmente por el imponderable incremento del comercio ilí– cito, se presentia el consiguiente disgusto del pueblo en el princi– pal resorte de su verdadero interes, y tomándose de aquí el prin– cipal argumento para las proclamas que se le dirigieron así por el virey, como por lo diputados para estas Córtes, se les prometió que todos tendrian igual representacion en ellas que nuestros ' her– manos europeos: que ya se miraban exaltados á la próvida igual– dad de derechos: que sus fábricas por medidas tan dichosas, no solo volverían á renacer, · sino es que se aumentarían, habiendo ellos mismos de ser los legisladores que diesen el tono y el punto

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